Pregunta para Cortes de Aragón
Soy receptor exitoso de un riñón. ¿Cuándo volverá a haber beneficios en el ámbito laboral para las personas trasplantadas?
¡Hola! Soy Iñaki Sevilla Arcos, tengo 39 años y soy de Zaragoza. En noviembre de 2005 fui sometido a un trasplante en vivo de riñón que me donó mi madre. Mis dificultades renales habían empezado unos años antes, cuando empecé a sentir un cansancio que fue aumentando a medida que pasaba el tiempo. Y un día, cuando estaba en casa de mis padres para cenar, en medio de una gastroenteritis, me sentí muy débil y me desmayé. Tuve que hacerme unos análisis: la gastroenteritis pasó, pero mis niveles de creatinina eran anormales, aunque no demasiado altos. Durante un año me hice todo tipo de pruebas sin saber muy bien qué pasaba, hasta que me diagnosticaron una insuficiencia renal crónica, cuyo origen hoy en día no termina de ser claro.
Para octubre o septiembre de 2005, el funcionamiento de mis riñones era deficiente y tuvieron que hacerme una operación en la mano como preámbulo de la diálisis. Sin embargo, ya que muchos miembros de mi familia (sin decírmelo) se estaban haciendo pruebas de compatibilidad, en noviembre pude pasar por la cirugía gracias a la donación de mi madre, quien por suerte es muy joven, cosa que en ese momento favoreció mucho todo el proceso. Al salir de la operación por supuesto que el receptor del órgano tiene mucho mejor aspecto que el que lo dona. Pero a mi madre le dieron el alta cuatro días después. A mí, a las dos semanas. Y salvo por los cuidados de las primeras semanas, el proceso y la recuperación fueron muy favorables.
Tardé cinco o seis meses antes de volver a hacer deporte. Desde antes de la cirugía yo practicaba mucho fútbol pero tuve que parar seis meses antes del trasplante, porque la sensación de debilidad era enorme. Y ya después de la operación hice del deporte parte indispensable de la recuperación. Hoy en día formo parte de la Asociación de Deporte y Trasplante de España y soy miembro de la selección española de fútbol. Este año participaré en los juegos nacionales. Yo siempre digo que tuve mucha suerte en el proceso. Todas las condiciones para que mi trasplante saliera bien se dieron. He visto de cerca la diálisis en personas que esperan un riñón por cuatro o cinco años y es una situación muy difícil.
Al compartir mi testimonio en Osoigo deseo dos cosas. La primera, decir a las personas reticentes que nadie tiene que donar en vivo. Cuando ya no estemos en este mundo, no necesitaremos nuestros órganos. En cambio, sí pueden servir para salvar la vida de alguien o para mejorar la de una persona que esté en diálisis, por ejemplo, para que pueda llevar una vida como la mía, que es casi normal, salvo por unas pastillas que debo tomar a diario. Recibir un órgano es volver a nacer.
Y la segunda: pedir a los políticos, tanto de las Cortes de Aragón como del Congreso de los Diputados, que se recuperen los beneficios laborales que antes tenían las personas trasplantadas. En España, si una persona tiene un grado de discapacidad mayor del 33%, puede pedir un certificado de discapacidad que le permite acceder a ciertas ayudas. Hoy en día, ese porcentaje en una persona trasplantada y sana como yo es inferior a ese número, lo que nos impide acceder a algunos beneficios, no sólo monetarios, después de haber pasado por un proceso muy complicado.
Pero además, al ser inmunodeprimidos, los trasplantados somos personas en riesgo: tenemos más probabilidades de coger una enfermedad que alguien que no ha sido trasplantado. Ahora mismo, con el covid, nos tenemos que cuidar tanto como una persona de 80 años. Por eso deseo hacer esta pregunta a los políticos de las Cortes de Aragón: ¿Cuándo volverá a haber beneficios en el ámbito laboral para las personas trasplantadas en España?