Pregunta para Eusko Legebiltzarra
Me operaron a los ocho meses de vida por una cardiopatía congénita y crecí muy acomplejada por mi cicatriz. ¿Qué medidas están tomando en los colegios para normalizar y dar visibilidad a las cardiopatías congénitas?
Me llamo Iziar, soy de Bilbao y nací con una cardiopatía congénita. El embarazo y el parto fueron bien, fue tras el nacimiento que me hicieron revisiones y vieron que tenía una anomalía en el corazón. Después de varias pruebas, concluyeron que tenía una cardiopatía congénita, concretamente, una comunicación interventricular. Esto significa que la pared que divide los ventrículos tenía una abertura, como si fuera una fuga.
Por recomendaciones del cardiólogo, finalmente me operaron con tan solo ocho meses de vida. Afortunadamente, la operación fue genial y he podido llevar una vida completamente normal, sin tener que volver a quirófano. Por supuesto, no tengo ningún recuerdo de todo aquello, fueron básicamente mis padres quienes lo pasaron peor.
Aunque siempre he podido llevar una vida normal, sí tengo una cicatriz en el pecho que, por falta de conocimiento o de empatía, me ha acomplejado mucho durante mi infancia y adolescencia. En el colegio, los niños me hacían a menudo preguntas como “¿Qué tienes ahí?”, “¿Por qué tienes esa marca?” o “¿Qué te ha pasado?”. Para mí era duro tener que dar explicaciones constantemente y sentirme diferente.
Por mucho que mis amigos y mi familia me apoyaran y me dijeran cosas buenas, tuve muchos complejos durante años. Por ejemplo, durante la adolescencia, siempre llevaba cuello alto o collares grandes para que no se me viera la cicatriz.
Ante esto, quiero dirigirme a los miembros del Eusko Legebiltzarra, ya que soy de Euskadi y son mis representantes en dicha cámara, para que desde los colegios se lancen más campañas de concienciación y visibilización de las cardiopatías congénitas, como conferencias, talleres o formación al profesorado, para que así niños como yo crezcan sin complejos ni discriminación.
También creo que es importante que, tanto desde la educación como desde la sanidad, se ofrezca un acompañamiento psicológico para estos niños, para ayudarles a trabajar su autoestima y que aprendan a aceptarse y a quererse.
Con el tiempo, fui aprendiendo a quererme y a cuidarme, a saber que gracias a esta cicatriz yo sigo aquí, y ahora no tengo ningún tipo de problema. No diría que tuve una infancia traumática, pero sí fue dura. Por eso quiero que ningún niño más tenga que pasar por algo así.