Me llamo Javi, tengo 32 años y soy de un pueblo de Sevilla. El 15 de enero de 2009, cuando tenía 20 años recién cumplidos, me diagnosticaron una leucemia. Empecé a tratarme, pero tuve que parar (entonces ya me encontraba en remisión) porque tuve complicaciones en el bazo. Me practicaron una intervención quirúrgica y me lo extirparon. Después de esto, recibí otra operación porque me tuvieron que poner prótesis en las caderas. 

En 2012 tuve una recaída y esta vez necesité someterme a un trasplante de médula ósea. Tengo dos hermanos, pero no son compatibles conmigo, así que me apunte en el Registro de Donantes de Médula Ósea de la Fundació Josep Carreras. En julio recibí el trasplante y en este punto empezó mi nueva vida, aunque tengo algunas secuelas físicas y psicológicas generadas debido al proceso de enfermedad y a los efectos de los tratamientos; entre otras cosas, tengo intolerancias alimenticias y durante un tiempo padecí un Trastorno Obsesivo Compulsivo. Actualmente estoy en remisión completa.

De todo el tiempo que he estado enfermo, ahora mismo extraigo que la mente es muy hábil y sutil, y que dirige tu vida y tiene poder para justificar todo lo que te pasa. Ante una situación tan complicada, empecé a actuar como víctima. He sido esclavo de mi propia vida y me doy cuenta de que si no eres el dueño de tu mente, rara vez lo serás de tu vida. Y si no empiezas a valorarla, no serás feliz. Días después de que me diagnosticaran la leucemia, se me propuso la posibilidad de ser atendido por un psicólogo. Para entonces, mi mente egoísta ya se había hecho fuerte y se negó rotundamente a aquel ofrecimiento. Más allá de superar las dolencias físicas que me dejó la enfermedad, en estos momentos estoy realmente orgulloso de haber revertido la alteración mental que aquellos acontecimientos me provocaron. No fue fácil, lo reconozco. Estuve mal mentalmente mucho más tiempo del que duró la enfermedad en mi cuerpo.

Durante la pandemia de la Covid-19 tuve episodios severos de ansiedad y a raíz de esto, decidí empezar a trabajar para crecer yo personalmente y para conocerme con el objetivo de, a partir de aquí, saber gestionar bien mi estado anímico. Medité y escribí un libro que habla, a partir de mi propia experiencia, precisamente de esto y mediante el cual deseo dotar de herramientas que yo no tuve a toda la gente que hace frente a una enfermedad con características similares. La obra se llama: 'La médula de la vida' y habla, precisamente, de la necesidad de entender la importancia de nuestra mente y de aprender a "domarla", y de que el hecho de ser conscientes de a qué se reduce todo cuando se nos presente la adversidad, antes podremos transformar nuestra vida y vivir con verdadero sentido.

A raíz de todo esto llego a la conclusión, también, que en los hospitales falta más humanización por parte de los profesionales de la salud. Es en este sentido que he decidió impulsar esta campaña. Considero imprescindible que los profesionales sanitarios reciban formación en inteligencia emocional para poder tratar de manera correcta a los pacientes con los que lidian cada día. Estos últimos lo necesitan. Es por esto que me dirijo a los políticos del Parlamento de Andalucía, ya que son quienes me representan, para que en relación con lo presentado, me respondan: ¿Por qué no se forma a los profesionales sanitarios en materia de inteligencia emocional para garantizar un buen acompañamiento?

También quiero aprovechar para poner en valor la necesidad que hay de que se ofrezca acompañamiento en la reinserción laboral y social, y que se impulsen ayudas económicas destinadas a los pacientes de cáncer y a sus familiares. El cáncer es una enfermedad de larga duración y nadie elige padecerla. Se tendría que tomar en consideración el lastre económico que queda después de un proceso similar.