Me llamo Jessica y he superado un cáncer de mama.

Desde hace dos años, a raíz de un cáncer de mama que tuvo mi hermana mayor, he estado muy controlada a nivel ginecológico. Me realizaron un estudio genético y me empezaron a hacermamografías, resonancias y ecografías.

A principios de este año, cuando yo tenía 29 años, me realizaron una resonancia y en los resultados vieron algo sospechoso. La repitieron y, al ver que había un bulto, me hicieron una biopsia. El 8 de marzo me dieron la noticia: tenía cáncer de mama.

A continuación, me derivaron a oncología y a los pocos días me operaron para quitarme el bulto. Me dieron la opción de realizarme una mastectomía radical, pero decidí no hacerlo. Quince días más tarde, empecé con el tratamiento de quimioterapia, en mi caso administrado de forma semanal hasta completar 15 ciclos.

Una vez finalizada la quimioterapia, empecé con las sesiones de radioterapia, que en total fueron 15, a las que me sometía diariamente, de lunes a viernes. Ahora estoy con un tratamiento en pastillas, que tendré que tomar durante cinco años, y con las vacunas que me administran cada tres semanas, que actúan como inhibidor de hormonas.

Me gustaría destacar que, durante la quimioterapia, decidí seguir trabajando. Había días en los que nada más terminar el ciclo me iba al trabajo, a pesar del cansancio o el malestar que pudiese tener. En cambio, un día me dijeron que no me iban a renovar el contrato porque no podían hacer frente a un posible período de baja.

Por ello, me dirijo al Parlamento de Andalucía, con el objetivo de que, por una parte, destinen más recursos a la detección precoz del cáncer ginecológico, ya que si no fuese porque mi hermana había tenido cáncer, a mi no me hubiesen realizado  las pruebas necesarias para detectar mi tumor; y, por otra, un mayor respaldo económico y laboral para pacientes oncológicos.