Ningún país puede plantearse su futuro al margen de su entorno internacional. Así es de manera obligada en un mundo en el que operan intensamente los llamados procesos de globalización, sobre todo el que tiene que ver con la configuración de un mercado global. Pero otro tanto hay que hacer políticamente, pues de lo contrario tendremos un mundo como gran mercado, sin el contrapeso de una política global que, por otra parte, hemos de pensar descentrada y multilateral. Hayq ue subrayar que si, además, se pretenden transfiormaciones sociales tras objetivos de justicia, ellas no pueden plantearse -por irrealizables- en el marco de un solo Estado, dada las interrelaciones existentes y su carácter constriyentes para las sociedades y sus Estados. No son posibles reformas en un solo país, pues se ven asfixiadas por lo que incide en él a través de fuerzas económicas, políticas y hasta culturales que desbordan a cualquier Estado que permanezca aislado. 

El inmediato entorno internacional de España es la Unión Europea, hoy en trance tan difícil que podemos aventurar que de hecho la UE está muerta como proyecto político. Y no va a resucitar si no hay alianzas transnacionales en su seno para poner al día un proyecto europeísta renovado que tiene que partir de una democratización efectiva de las instituciones de la UE. Es la única manera -para ello han de pactar los partidos de izquierda de los diferentes Estados que componen la UE- para lograr que Europa, y sus Estados, no queden definitivamenta a expensas de los poderes económicos, lo cual, además, da lugar a reacciones que en vez de ser progresivas hacia objetivos de libertad e igualdad, son regresivas en clave nacionalista y xenófoba. 

Otro vector importante, como es bien sabido, de la ubicación de España en el ámbito internacional es el de su relación con los países latinoamericanos, la cual exige un giro radical para plantearse en pie de igualdad de trato entre todas las naciones, sin resabio alguno de nostalgias colonialistas ni reediciones de neocolonialismo. Es necesario plantearse cómo ha de funcionar un polo "americano-hispano" en el marco de la globalizacién en que nos movemos, habida cuenta de que hay una palabra que decir y mucho que hacer en unas relaciones internacionales que han de ser multipolares.