Pregunta para Eusko Legebiltzarra
Mi hija Nagore tiene un TCA, pero en Euskadi no hay unidades de tratamiento para esta enfermedad, tenemos que ir a un hospital a 700 km. ¡Necesitamos una unidad de TCA en Euskadi ya!
Hola, mi nombre es José Julián Nieva , y soy padre de Nagore, una chica de 17 años con anorexia nerviosa. Mi hija fue diagnosticada con este TCA hace más de un año y desde entonces no hemos parado de tener problemas con su tratamiento.
Antes de la pandemia, cuando Nagore tenía 15 años, en casa nuestra hija era una niña animada, a la que le gustaba salir y hacer actividades, como la natación sincronizada. Era también una estudiante aplicada y una persona que se esforzaba por querer e involucrarse con la gente de su alrededor. Pero el confinamiento y otros factores se juntaron y Nagore pronto se convirtió en una sombra de lo que era. Cuando terminó el estado de alarma notamos como cada vez se veía menos con las amigas y estaba más triste. Los profesores también nos comentaron esto y otros padres también.
Decidimos llevarla a un profesional de la salud mental, que pronto la diagnosticó con depresión. A la vez que todo esto pasaba notamos cómo restringía más y más su alimentación, al principio dejando la mitad del plato y luego ya casi ni comiendo. La psicóloga nos confirmó que tenía un trastorno de la conducta alimentaria, una anorexia nerviosa. Intentamos pedir cita para psiquiatría a través del médico de familia pero la lista de espera era de cuatro meses. Nosotros les decíamos a los médicos que ella no tenía tanto tiempo, que mentalmente estaba muy mal, que no iba a llegar. Decidimos llevarla a urgencias y allí la ingresaron en el ala de psiquiatría infanto-juvenil, la primera vez durante tres meses. A partir de ahí fue un ir y venir de ingresos, donde la estabilizaban físicamente, le daban el alta, pero psicológicamente se mantenía igual y pasaban apenas dos semanas hasta el siguiente ingreso.
Los médicos nos dijeron que Nagore necesitaba una atención especializada en trastornos alimentario, pero que en Euskadi no había ninguna, que tendríamos que derivarla a un hospital de otra comunidad autónoma. Las clínicas privadas eran también demasiado caras, y el seguro escolar no cubre estos tratamientos como sí lo hace en otras comunidades.
Decidimos explorar la opción de trasladarla, llegamos a ir a Santander con ella, pero esa unidad ya estaba llena, y finalmente nos dijeron que no. Intentamos otros sitios: Santiago, Valencia, Madrid…pero muchos no aceptaban a pacientes de otras comunidades autónomas . Finalmente dimos con un hospital de Albacete, que es donde ahora se encuentra.
Ante esta situación decidimos hacer una petición ciudadana al Gobierno de Euskadi mediante su web, para ver si así conseguíamos que se planteasen invertir en una unidad especializada en TCA en un hospital público de la comunidad, pero su respuesta fue decepcionante. En ella, explican que ya existen comedores terapéuticos y unidades de psiquiatría infanto-juvenil para tratar estos trastornos, y que no disponen evidencias científicas que avalen estos tratamientos intensivos, pero que se comprometen a evaluar estas necesidades. Es increíble que el gobierno recurra a estos argumentos cuando los propios profesionales de la sanidad pública nos han dicho que este tipo de tratamientos es precisamente lo que necesitan pacientes como nuestra hija. Que además hayan quitado toda la ayuda pública que hay para poder ingresarla en un centro privado es la gota que colma el vaso.
Quiero dirigirme a los políticos del Parlamento Vasco para que solucionen esta situación, y presionen al gobierno vasco a cambiar su postura en este tema. Necesitamos con urgencia una unidad de tratamiento de trastornos de la conducta alimentaria. Como padre, solo quiero lo mejor para mi hija, que vuelva a ser una niña activa, que disfruta con la música coreana, haciendo vídeos y viéndose con sus amigas. Para esto es necesario que se pueda tratar su enfermedad y no que lo haga en un centro a 700 kilómetros de su casa.