No podemos estar en contra de ofrecer a nadie, mucho menos a los niños, cualquier terapia necesaria para su curación o para la mejora de la calidad de vida.

Pero la realidad es que los recursos publicos son limitados y, por tanto, creo que las terapias que debemos de financiar entre todos son aquellas que realmente supongan un avance y una mejoría para los pacientes. Terapias con una efectividad minimamente contrastada y, por supuesto, aceptadas y aconsejadas por los profesionales medicos y las asociaciones y sociedades cientificas reconocidas.

No todas los tratamientos tienen el mismo grado de eficacia y, en algunos casos, pequeñas mejorias en el estado del paciente pueden suponer grandes avances en cuanto a su calidad de vida, pero tampoco podemos perder de vista la relacion coste-beneficio. No mantener un criterio razonable en la prescripcion de ciertas terapias alternativas, por ejemplo, podria acabar teniendo el efecto contrario , al impedir que, por el gasto en terapias con una efectividad no contrastada o puramente experimentales, se reduzca la aplicacion de otras terapias realmente efectivas.

Por eso,considero imprescindible que cualquier terapia financiada con fondos publicos debe de estar dentro de las aceptadas y recomendadas por la comunidad cientifica, independientemente de la edad del paciente.

Entiendo, por tanto, que la prescripcion de cualquier terapia debe de aplicarse y financiarse con el objetivo de curar o paliar los efectos de una enfermedad o para mejorar la calidad de vida de los pacientes, independientemente de la edad o de cualquier otro factor ajeno a ese objetivo. De forma complementaria, tambien habría que tener en cuenta otro tipo  ayudas y medidas de apoyo para familias y cuidadores.