Pregunta para Parlamento de Andalucía
Tengo 21 años y padezco dolor crónico. La lista de espera para ser tratado en la Unidad del Dolor en Málaga puede alargarse de uno a cinco años. Mientras, me tratan con opiáceos. ¡Es urgente invertir para reducir el tiempo de las listas de espera!
Me llamo Juan Franciso y vivo en Málaga. Ahora tengo 21 años, pero mi relación con el dolor crónico empezó cuando tenía aproximadamente 18 años. Las rodillas empezaron a molestarme. De entrada, no le di mucha importancia al síntoma porque he sido deportista toda mi vida y achacaba el dolor, precisamente, al deporte.
Cuando vi que el dolor era persistente y que no remitía con el tiempo, acudí a mi médico de cabecera, que me derivó a Traumatología. Me realizaron radiografías y resonancias y como no detectaban nada concreto, decidieron no tratarme. Consideraban que “no padecía de ningún problema”.
Después de aproximadamente un año, el dolor se extendió a las caderas. Fue entonces cuando decidí acudir al servicio privado. Las pruebas, al igual que anteriormente, salían igualmente “bien”, pero llegué a padecer un dolor tan severo que me auto medicaba para poder dormir por las noches.
Más adelante, me empezó a molestar la espalda, y en este punto, me realizaron una resonancia a través de la cual concluyeron que tenía una hernia discal con discartrosis. Pero tampoco me dieron mucha solución. Me recomendaron acudir a la Unidad del Dolor privada, pero el servicio era dudoso y decidí no beneficiarme del mismo.
Con el último diagnóstico, volví a la Seguridad Social y me cambiaron de doctora. Me tocó una profesional increíble, que se interesó por mi caso y que me empezó a probar tratamientos farmacológicos que empezaron a hacerme efecto.
Recientemente, me empezaron a dar brotes de dolor muy intensos en la columna, pero en urgencias en el hospital no me daban, tampoco, solución. Me soltaban comentarios como: “Tendrás que aprender a vivir con el dolor”.
En algunos puntos del proceso, llegué a no poder comer llegando a perder, así, 12kg. También tuve instintos de quitarme la vida. El dolor era insoportable. En este sentido, me gustaría plantear la necesidad de visibilizar hasta qué punto nos pueden llevar los dolores y la urgencia de tratarlos.
Pedí ayuda en los teléfonos públicos que se ponen a disposición de la ciudadanía en relación con la prevención del suicidio, pero el trato, a mi parecer, fue bochornoso. Considero que hacen campañas sobre este tipo de teléfonos y que pidamos ayuda y cuando la pides te hacen sentir culpable.
Me derivaron, de nuevo, a Traumatología y de allí, a la Unidad del Dolor de la Seguridad Social, pero después de aproximadamente cinco meses, todavía no me han llamado.
En paralelo, me derivaron al servicio de salud mental, donde me trató tanto una psiquiatra como una psicóloga, que básicamente consideraron que en relación con la tentativa de suicidio: “esos pensamientos son normales en tu caso, a ver si tienes suerte y te ven pronto en la Unidad del dolor”.
Me cambiaron, de nuevo, de doctora y he tenido mucha suerte, también, con la persona que me lleva en estos momentos, ya que también es paciente de dolor crónico y me entiende muy bien. De hecho, fue ella quien me informó de que la lista de espera de la Unidad del Dolor puede ir del año a los cinco años.
El tratamiento actual me permite tener una calidad de vida aceptable, pero el mismo incluye opiáceos, concretamente oxicodona, y este aspecto me preocupa; es peligroso y considero que no se puede sostener en el tiempo. Necesito que me traten en la Unidad del Dolor para revisar y reordenar aspectos como este en relación con el tratamiento.
Tengo 21 años y estoy tomando opiáceos para el dolor. Es una barbaridad tener que esperar como mínimo un año para poder ser tratado en la Unidad del Dolor y, así, revisar el tratamiento y ajustarlo en pro de mejorarlo. Pienso que este es un aspecto que hay que poner encima de la mesa de las instituciones para que se solucione. ¡Es urgente! Además, ¡necesitamos que se invierta para mejorar los servicios de psicología y de psiquiatría públicos!
Es por todo lo planteado que me dirijo a los políticos del Parlamento de Andalucía. Para que puedan leer mi testimonio y para que actúen en pro de mejorar la situación.