Hola, soy Lakshmi y hace aproximadamente dos años toqué fondo en cuanto a salud mental se refiere. Todo estalló cuando una persona a la que quería muchísimo se alejó de mí. Antes de esto yo no estaba pasando un buen momento anímico, ya que estaba en situación de desempleo, tenía deudas económicas y poco a poco mis amigas más cercanas habían empezado a distanciarse de mí. Cuando también lo hizo, la que para mí era una de las personas más importantes de mi vida, fue un vuelco para mi equilibrio emocional y mi salud mental. La gota que colmó el vaso. 

Empecé a acudir a sesiones de Tarot, pensándome que eso me ayudaría a saber mi futuro e incluso a revertir mi situación, pero fue todo lo contrario. Me hice adicta a las sesiones de Tarot y perdí todo lo que tenía por acudir constantemente a estas. Había meses en los que tenía que pedir de comer a mis amigas porque no me llegaba el dinero. Me lo gastaba todo en la adicción. 

Fue entonces, cuando llegó un momento en el que pensaba que mi vida no tenía sentido y que no era digna de estar viva. Por ello, intenté quitarme la vida varias veces, aunque nunca lo conseguí porque en el fondo no era capaz de hacerlo. Pedí ayuda mediante redes sociales, ya que mi experiencia con el psicólogo de la Seguridad Social fue nefasta y no pensaba volver, y mediante estas conseguí que una psicóloga se ofreciera a ayudarme. 

Empecé estas sesiones en cuarentena. Eran semanales. Y, rápidamente, en un grupo feminista de Whatsapp, cuando conté mi situación, se ofreció otra psicóloga para ayudarme a salir de la adicción del Tarot. Gracias a estas dos personas maravillosas y al apoyo que recibí por las redes, empecé a tener nuevas amistades y conseguí el empleo que tengo a día de hoy. 

La terapia me ayudó a salir del hoyo en el que me encontraba y me siento una persona afortunada, ya que hay otras muchas que tienen que conformarse con la atención que presta la Seguridad Social, que realmente es insuficiente. 

Por estos motivos, reivindico una salud mental pública de mejor calidad ,con sesiones más asiduas, donde haya un seguimiento, y te ofrezcan pautas y herramientas para gestionar tus emociones y no se limiten a escucharte únicamente. Que los especialistas se tomen su trabajo en serio y se preocupen por querer ayudar a la persona, que la medicación sea la última opción y no el método "rápido" de tranquilizar a alguien. Y que existan grupos de terapia "adecuados" a las personas.

Las terapias cuestan como mínimo 50€ por sesión ,estamos hablando de 200€ al mes o más. Es una barbaridad. Si no se puede gestionar todo esto por la vía pública, se podría tratar de subvencionar de alguna manera las terapias privadas, para reducir al máximo posible su coste o adecuarlo a cada persona.

En cuanto a prevención del suicidio, creo que ayudaría mucho si se hicieran campañas de desestimación de los mitos que hay entorno al suicidio. También, ayudaría hacer campañas de visibilización sobre qué es la depresión y la ansiedad y, de esta manera, es más probable que familiares y amigos entiendan mejor cómo actuar para ayudar a la persona afectada.