Me llamo Lisa y soy de Ciudad Real. Seis semanas antes del 11 de junio, mi hijo de 8 meses cogió un virus en la guardería. Mi marido y yo nos contagiamos. Los tres teníamos tos y mocos. Ellos, poco a poco empezaron a recuperarse, pero yo no conseguía mejorar. De hecho, los síntomas iban a peor. Vomitaba por las mañanas y padecía episodios de migrañas y cansancio constantes.

Mi marido es médico y me pidió cita para que me hicieran una radiografía. De la prueba en cuestión no extrajeron ninguna conclusión, por lo que la neumóloga decidió que era necesario practicarme una analítica. Me la hicieron al momento y me detectaron una anemia severa. Siguieron haciéndome pruebas a partir de las cuales concluyeron que presentaba células alteradas.

Este mismo día me trasladaron al hospital de Toledo con la intención de hacerme pruebas más específicas. Cuando llegué, me anunciaron que tenía una enfermedad en la sangre que requeriría de un ingreso de aproximadamente un mes para aplicar el tratamiento. Esto fue en fin de semana y estuve hasta el lunes sin saber los resultados concretos de mi diagnóstico. Me asustó el tema del aislamiento, de pasar estos días sola y de estar lejos de mi casa.

El lunes siguiente me anunciaron que padezco una Leucemia Mieloide Aguda y que por suerte no tengo ningún órgano afectado. Para definir el tratamiento y mis necesidades, me hicieron pruebas relacionadas con la genética. Los médicos consideraron que una de las mejores opciones para que no vuelva la enfermedad sería someterme a un trasplante de médula una vez terminado el tratamiento, pero no pudieron confirmar al 100% que lo vaya a necesitar.

Yo soy de Inglaterra, y fue entonces cuando mis hermanos viajaron desde allí para comprobar si su médula es compatible con la mía. Los resultados concluyeron que mi hermano es quien es más compatible y quien seguramente será mi donante si finalmente necesito someterme a un trasplante.

Actualmente y como he dicho, me estoy tratando en Toledo, ciudad que se encuentra a 120 km de Ciudad Real, donde vivo con mi marido y mi hijo. Mi marido, cada vez que me dan el alta tiene que pedir excedencia al trabajo para protegerme de cualquier infección pero también para tener tiempo de hacer el viaje de ida y vuelta. Estos viajes son largos y costosos y suponen gastos extra. Mis hermanos, por otro lado, tendrán que viajar a España y estar aquí durante una semana si finalmente tengo que someterme al trasplante de médula; esto también son gastos derivados de la enfermedad. Mi suegra se desplaza des de Málaga para encargarse de nuestro hijo...

Toda esta movilización familiar y los gastos económicos que conlleva, me ha hecho plantear que no hay ningún incentivo económico destinado a ayudar a enfermos y a familiares de enfermos de cáncer a conllevar la enfermedad con todos los extras económicos que supone y que quedan en la sombra de los tratamientos y de la misma enfermedad. Además, yo soy autónoma y actualmente cobro una baja que es muy insuficiente.

Es por esto que me dirijo a los políticos de las Cortes de Castilla-La Mancha, ya que son quienes me representan, para que me respondan a la pregunta: ¿Por qué no se ofrecen ayudas económicas para que a nivel familiar se pueda conllevar la enfermedad sin preocupaciones añadidas?