Me llamo Lola y vivo en Andalucía. En invierno de 2020 me percaté de que tenía un bulto en el pecho. De entrada no me preocupé, ya que pensé que se podía relacionar con el trabajo o con mi práctica deportiva. Aun así, vi que con el tiempo el bulto no desaparecía y finalmente, en verano, decidí acudir al ginecólogo privado. Después de explorarme, el profesional en cuestión decidió derivarme a la sanidad pública para que me practicaran una mamografía. De la misma, derivó un seguido de pruebas diagnósticas; entre ellas, una biopsia.

Me diagnosticaron un cáncer de mama hormonal que había hecho afectación en los ganglios axilares, así que, de entrada, considerando que el tumor no era muy agresivo, pero era grande, decidieron someterme a un tratamiento de hormonoterapia. En marzo de 2021 terminé y me hicieron una revisión. Aunque el tumor había reducido de tamaño, no había desaparecido del todo. A partir de ahí, decidieron practicarme una mastectomía lateral con reconstrucción inmediata y me hicieron un vaciamiento de axila. Después de la intervención quirúrgica, me sometí a un tratamiento de quimioterapia y a otro de radioterapia.

En estos momentos estoy limpia de enfermedad, aunque durante los próximos cinco años tendré que seguir un tratamiento hormonal que combina pastillas con una inyección mensual. Me hacen controles rutinarios cada seis meses y en abril me operarán para reconstruirme.

Los tratamientos para curar el cáncer conllevan unos efectos secundarios sobre los pacientes que son severos tanto a nivel físico como anímico. En relación con el cáncer que padezco, por ejemplo, las pacientes tienen que someterse a un tratamiento hormonal preventivo durante cinco años que provoca la menopausia; para una mujer que tiene 20, 30 o 40 años esto no es normal y es muy duro de afrentar. El ritmo de vida te cambia por completo, se padecen molestias y dolores constantes y el efecto sobre la imagen de una misma se altera por completo.

A partir del ejemplo presentado, me dirijo a los políticos del Senado para que me respondan a la pregunta concreta: ¿Por qué no se mejora la inversión destinada a la investigación con el fin de avanzar hacía tratamientos menos agresivos y más eficaces?