¿Por qué no se trabaja desde la infancia sobre la salud mental, las emociones y en crecer con una buena autoestima?
Tenía un problema de salud mental y tardé tiempo en reconocerlo por no tener las herramientas adecuadas.
Me llamo Lorena Vetter, estudio Integración Social y también estudié Técnico en Atención a Personas en Situación de Dependencia. Lanzo esta iniciativa porque considero que existe un gran estigma hacia los problemas de salud mental, se discrimina y se cataloga a los colectivos. Hay muchos trastornos o enfermedades mentales que están siendo estigmatizados, algunos conocidos como la esquizofrenia, y otros como la ansiedad, que aunque también es conocido, solo lo es por una o dos de las variantes, pero es más ignorado. Las personas con sintomatología ansiosa tiene dificultades para hacerse entender y para ser reconocidos como trastornos ya que muchas veces se les resta importancia a estos síntomas. Si padeces una enfermedad mental, es complicado establecer vínculos sociales. Conozco casos de personas con esquizofrenia y otras enfermedades mentales que se ven afectadas por el estigma social.
He pasado por muchas situaciones de estrés no solo en el colegio, también a nivel social. Nunca supe reconocer muy bien mis emociones, siempre se daban por hecho. Damos por hecho que si un niño es muy llorón, asumimos que es muy sensible y no se trabaja en las emociones del niño. Mi trastorno por ansiedad apareció en 2017 empezando con síntomas muy sutiles hasta que se fue agravando. Cuando he sufrido algún episodio, la gente no llega a comprender la situación porque hay veces que los familiares o amigos no lo entienden. Le restan importancia pensando que es un problema de sensibilidad o delicadeza. Creo que mi situación empeoró porque no podía controlar mi problema debido al desconocimiento que tenía de la enfermedad.
Recuerdo haber ido a urgencias, tras sufrir un episodio y que el médico me hizo pruebas físicas y me mandó a casa sin darme la oportunidad de acudir a un psicólogo. Después de aquello estuve encerrada en mi casa un año con ataques de pánico constantes que no me dejaban llevar una vida normal. Casi no comía, ni dormía y lloraba muy a menudo. Fue en el instituto cuando una profesora me habló del Teléfono de la Esperanza y la verdad es que llamé y me ayudaron mucho. Reconocí la situación y las formas de hacerle frente. Terminé mi ciclo de estudios y comencé uno nuevo. Incluso saqué una Mención Honorífica a pesar de las dificultades, por las que tuve que ausentarme de las clases.
Mi círculo social se vio muy reducido porque muchas amistades desaparecieron por no comprenderme, pero también aparecieron algunos. Donde más noté la falta de conocimiento sobre la salud mental fue en lo social. La agorafobia es muy dura porque te cuesta mucho salir de casa y a la hora de mantener relaciones sociales es muy complicado por la falta de comprensión. Debería de haber mucha más información sobre la salud mental para que las personas sepan cómo actuar. Lo que más me duele es que no lo entiendan, porque igual te ven llorando y piensan que tienes un mal día o que es por un examen. Al igual que nos dan clases de primeros auxilios, deberían hacerlo para lograr más sensibilización social de las enfermedades mentales para que los ciudadanos sepan actuar frente a las crisis de pánico, ansiedad, etcétera.
Si desde la infancia y en la escuela nos hablasen de la importancia de la salud mental, podríamos prevenir futuros problemas. En mi etapa en la escuela me hablaron de la pirámide alimenticia y de la importancia de hacer deporte, pero en ningún momento se habló de la salud emocional, psicológica o social. En mi carrera profesional he aprendido que no debemos poner el foco solo en lo físico y a la hora de educar en los colegios es importante tener en cuenta lo psicológico y lo social. La sociedad está en un cambio continuo y es necesario, incluso para los más pequeños, aprender a reconocer las emociones, las situaciones de estrés y saber cómo manejar las situaciones.
En el colegio se daban clases de ética pero eran muy teóricas, estas podrían haberse basado más en la dinámica y en la no discriminación. Desde los ayuntamientos podrían hacer talleres en los que se trabajasen este tipo de cosas. Habría que formar a los profesores en salud mental para que pudieran darse cuenta de posibles sintomatologías o situaciones que pueden generar problemas en los menores.
Quiero señalar la importancia de prestar más atención a la salud mental para aprender a reconocer lo que nos pueda estar pasando. Yo soy una persona sensible, es duro porque a lo largo de la vida pasas por situaciones de estrés y no tienes nadie con quién hablar y comienzas a deteriorarte. Hay que tener en cuenta los diferentes tipos de personalidades, no todas somos ni tenemos que ser personas con carácter fuerte. Falta sensibilizar y crear proyectos educativos que remen en este sentido. Tenemos que querernos y aceptar como somos. Si te encuentras en una mala situación, tienes que pedir ayuda y no tener miedo de ir a terapia, sin miedo al estigma social por lo que puedan pensar. La salud se va empeorando y es más importante estar sana física y mentalmente que intentar ignorar los síntomas. He pasado por una situación muy difícil pero me alegra haberlo vivido porque me interesa mucho poder hacer ahora activismo de la salud mental. Ahora mismo en el instituto estamos planteando proyectos de sensibilización sobre enfermedades mentales y el cuidado de la autoestima.