Sufrí acoso por parte de un profesor de mi escuela de danza. ¿Cuándo habrá una regulación a la hora de contratar al profesorado, se comprometerán a investigar este tipo de abusos y escucharán a las víctimas?
Me llamo Lúa Cárdenas, soy bailarina profesional y profesora de danza. Hace unos años entré en una formación privada de tres años en una escuela de Barcelona, como eran tres cursos, los profesores iban cambiando. Había un profesor, que se supone que lo tenías que tener en tercero, pero le conocí porque estábamos en la misma escuela. Siempre había visto actitudes hacia alumnas y hacia mí, que no me habían gustado nada, tampoco puedes catalogarlas en un principio porque no eran siempre muy explícitas. Tenía una forma de decir las cosas que no me parecía adecuada. Lo dejé pasar porque no le conocía mucho y en aquel momento, quizás por falta de concienciación al respecto, no lo llevé más allá.
Pasaron dos años y fue en tercero cuando me tocaron sus clase cuando los problemas empezaron a ir a más. En las clases, delante de compañeras y compañeros te cogía y te corregía de maneras que no eran normales ni necesarias, además hacía comentarios que tampoco eran adecuados. Quiero decir que no he sido el peor caso que se ha dado con esta persona, pero solo quiero hablar de lo que me ocurrió a mí. Había veces que me hablaba por Facebook, nunca hubo comentarios muy explícitos porque supongo que esta persona tampoco sabía muy bien hasta que límite dejarlo escrito o no dejarlo escrito, pero los mensajes eran bastante incómodos. Recuerdo un episodio de celos bastante fuerte, en el que me hizo un broma con un compañero y me envió un mensaje vía Facebook esa noche diciéndome que qué hacía yo con esa persona. Me dijo que me mirase yo y luego a mi compañero y que no entendía qué hacía yo con él. El tema era bastante racista porque me envió una foto del muñeco de Mr. Potato haciendo alusión al color de su piel. Como no le contesté empezaron los episodios de abuso verbal en clase con frases como: Tú no bailas bien, la calidad de movimiento no es buena, etcétera. Me dejaba en evidencia delante de las compañeras e incluso llegó cuarenta y cinco minutos tarde a clase desprendiendo un fuerte olor a alcohol.
Las calidades de las clases no eran buenas, ni tampoco a nivel técnico. Mis compañeras hablaron con dirección por estos temas y cuando yo intenté hablar de lo que me estaba sucediendo, me dijeron que yo no tenía suficiente nivel de danza como para poder opinar. Si esto me hubiese ocurrido a mis 28 años les habría dicho unas cuantas cosas, pero por aquel entonces con poco más de 20 años, me callé. Tampoco denuncié porque no tenía pruebas físicas de lo que sucedía. Muchas veces el problema que hay en las escuelas de danza es que el límite es muy fino, es verdad que es necesario tocar al alumnado para poder colocar el cuerpo correctamente, pero yo he tenido un montón de profesorado con el que me he sentido siempre bien e incluso me han preguntado si me podían tocar. Es complicado que tú sepas cómo te están tocado o la actitud con la que lo están haciendo, es complicado de demostrar. Las escuelas no están atentas y se tenía que saber que no era un problema del que solo hablaba yo. Nunca nos creyeron, ni nada de los que se decía sobre otros episodios más graves. A mí ni siquiera me escucharon.
Yo le recomendaría a otra mujer o persona que esté pasando por una situación similar que independientemente de la edad, que si tienen que pedir ayuda que lo hagan. Que si les ponen barreras como hicieron conmigo, que no se coarten, que si no les gusta cómo les están tocando o hablado, que lo digan. Que pidan ayuda a compañeras y compañeros, yo en su momento no lo hice y quizás habría bastado con pedir ayuda, porque si somos muchas tenemos más fuerza. Tenemos que exigir a la dirección de estos centros que pongan más atención a este tipo de situaciones y que nos escuchen y reaccionen. Si te dicen que no van a hacer nada, pararlo todo. No es no y no vamos a consentir que sigan pasando de todo. No debemos culpabilizarnos por lo que está haciendo otra persona, no es nuestra culpa. Queda mucho trabajo por hacer y por asimilar.
Lo que me da mucho miedo de estas situaciones es que yo quizás tenía unos 21 años y que a pesar de no haber sido tan contundente como lo sería ahora, esta persona daba o da clases a niñas de 14 o 15 años. Quiero esperar que no está repitiendo estos patrones de abuso con menores, pero no tengo forma de saberlo. Estas niñas pueden encontrarse en una situación de desamparo porque tampoco tienen la obligación de saber frenar estas conductas. Muchas veces las mujeres nos ponemos en la obligación de tener que saber cómo actuar y no tenemos que saberlo. Dependiendo de tu edad y de tu contexto, no tenemos que saber frenar los abusos y que además ni afecte a nuestros estudios, trabajo o a tu vida en general. Yo siempre diré que tuve suerte porque no tuve unas circunstancias tan graves como otras personas, quizás por eso puedo contar hoy mi historia. También se nos juzga si reaccionamos demasiado bien ante estos casos porque la sociedad considera que si puedes seguir con tu vida tan poco será tan grave lo que te ha ocurrido.
Sentimos que no tenemos a dónde agarrarnos, que si no ha habido algo muy explícito en el que podamos tener una foto o un vídeo que pruebe estos abusos, no nos molestamos en denunciar porque sabemos que de base la denuncia no va a llegar a ningún término. Tendríamos que tener más garantías para que la palabra de la víctima valga más. También tendría que exigir a las escuelas que haya más control sobre este tipo de casos. Yo he trabajo para la administración pública y siempre me han pedido un certificado de antecedentes penales, pero cuando he trabajo para escuelas privadas nunca me lo han pedido. Como medida está bien pero tampoco es suficiente porque si no te han denunciado no hay manera de saber lo que ha ocurrido.
Tiene que haber garantías para saber qué clase de persona está siendo contratada para dar clase en las escuelas, especialmente cuando dan clase a menores. Estamos en posiciones muy vulnerables porque en el mundo de la danza se juega mucho a presionar con los contactos y es imprescindible. Deberíamos tener una garantía de que vamos a ser escuchadas. Al igual que me pasó a mí, muchas otras compañeras sabían que al final te vas a pelear contra una pared. Las escuelas no te van a respaldar porque para estos centros es mucho más cómo no verse involucradas en este tipo de escándalos. Debería prevalecer que el alumnado esté bien y no que la escuela tenga una reputación intachable, esto ahora mismo no es lo que prima. En mi profesión muchas veces no se denuncia por miedo, porque te amenazan con no dejarte bailar. A mí no se me dijo explícitamente pero me lo llegaron a insinuar, me regalaban mucho el oído diciéndome cosas como que si esa persona quería yo iba a bailar. Ve mucho que hay existe ese miedo y me da mucha pena que estás amenazas funcionen y que consigan silenciar, al final es una jerarquía y el alumnado está muy desprotegido. Si no hay prueban no investigan y lo que deberían hacer es escucharnos para investigar lo que puede estar sucediendo en su escuela.