Me llamo Lucía Ballester, soy de Valencia y soy periodista. Actualmente vivo en Roma, una ciudad en la que he experimentado acoso callejero. La última vez decidí hacerlo público a través de mi cuenta de Instagram (@luciusboheme) con el único objetivo de dar voz a situaciones que muchas mujeres nos vemos obligadas a vivir. 

Me encontraba en un parque, estaba esperando a unas clientas y decidí tumbarme a tomar el sol y leer. Ese día estrenaba vestido (era cortito, no muy corto, pero, aunque lo fuera, tampoco era motivo…) Mientras esperaba, un hombre joven se sentó en un banco enfrente de mí. Comenzó a chistarme y lanzarme besos. Intenté pasar de él, recurrí a la técnica del teléfono y llamé a mi novio. Él se fue, pero se puso a dar vueltas cerca, mirándome. Como si estuviese de caza.

Y volvió. Continúo llamando mi atención. Decidí enfrentarme a él, le dije que se fuese o llamaría a la Policía. Ante mi actitud, él se rio. Me dijo después que tan guapa no era, que dónde estaban mis tetas. Yo le respondí humillándole, marcando su incoherencia y errores, en voz bien alta, pero sin gritar, para que las personas de mi alrededor mirarán. Al sentirse observado, se fue. 

Lo peor es que no se trata de un caso aislado. El acoso callejero existe y está arraigado en nuestra sociedad de forma preocupante. Personalmente, creo que una de las cosas que más daño ha hecho es la educación que reciben ciertos hombres.  Aquí encontramos un componente de cambio de época muy importante, no conservamos los valores de antes. Sin ir más lejos, el acceso a las nuevas tecnologías ha provocado que niños de 12 y 13 años tengan acceso a páginas pornográficas. El porno es una lacra que ha provocado que muchos hombres que lo consumen de forma habitual vean a la mujer como un objeto para su placer.

Muchas personas creen que se debería prohibir este tipo de páginas, sin embargo, para muchos esto lo haría más atractivo. Hay que ir mucho más allá. Las medidas deberían pasar, principalmente, por una educación sexual basada en el respeto, a través de los centros educativos. La educación sexual que recibimos en los colegios se centra en las ITS y los embarazos no deseados. Esto no basta, hay que centrarse en la raíz, en todo lo que engloba la sexualidad. 

La educación es clave, pero necesitamos un cambio de sociedad, motivo por el cual, también debemos hacer participes del proceso a los padres y madres.

Además, hay una clara necesidad de agilizar los procesos legales, estas cosas deberían tener un castigo a nivel legal. Estas personas deberían estar controladas. Sería interesante contar un registro como se hace con los pederastas. 

Los hombres deben respetar a las mujeres por lo que son, no si hay un hombre cerca, algo a lo que estamos muy acostumbrados. Si vas sola, te acosan, pero no ocurre lo mismo cuando tu novio o tu amigo está al lado. Por todo lo anteriormente expuesto, me dirijo a las y los miembros del Congreso de los Diputados para pedirles medidas y herramientas que favorezcan el cambio que necesita nuestra sociedad.