Soy María Ángeles y soy una superviviente del cáncer de mama desde hace más de quince años. 

Es verdad que ser superviviente de cáncer es algo que muchas veces no puedes quitarte de la cabeza. Muchos días se vive con una incertidumbre constante y otros días se te forma un nudo en la garganta al sentir cualquier dolor o molestia. 
 

Pero siempre he intentado ser una persona muy positiva, sobretodo al principio del diagnóstico. Lloré durante el trayecto del ascensor del hospital desde la planta hasta el hall y después decidí secarme las lágrimas y empezar a aferrarme a las cosas que me importaban. 

Acababa de tener a mi primera nieta y necesitaba verla crecer. Mi hija menor, Lidia, que es una niña especial, mi caramelito, también me necesitaba. 
Aunque tuve todos los efectos secundarios posibles de la quimioterapia; caída de muelas, hinchazón, no me podía levantar de la cama en días... gracias al cariño de mi marido y de mis hijas seguí adelante. 

Pero quiero hacer ver desde aquí que, aunque la época de los tratamientos es un mal trago en el que no te encuentras bien y no tienes fuerzas para casi nada, en el que además tienes mal humor, todo pasa, se puede superar.

Después de todos los tratamientos y operaciones he podido llevar una vida plena. Llevo quince años disfrutando de mis nietos, mis hijas y mi marido y todo lo que me queda por vivir. Quiero que las personas que lean esta campaña sepan que se puede conseguir y que no se detengan, que sigan adelante frente a las adversidades, porque merece la pena.