Las personas que escuchamos un género musical, vestimos, hablamos o nos relacionamos de manera diferente tenemos que soportar burlas e insultos a menudo. En especial muchos de los que seguimos la música k-pop hemos sufrido acoso, comentarios o amenazas simplemente por “salirnos de la norma”. 

La mayoría de los insultos que he podido escuchar ni siquiera han ido referidos directamente hacia mi persona, sino que suelen atacar a los propios cantantes y grupos de k-pop por sus rasgos, su origen o su cultura. Sin duda esto esconde una falta de educación en diversidad, respeto y tolerancia tremenda. ¿Por qué no abordamos esto desde los centros educativos para que nadie se sienta excluido?

La música k-pop se inicia en Corea del Sur en los años 90. Desde entonces este género musical no ha hecho más que expandirse hasta alcanzar gran popularidad especialmente en Asia Oriental, el Sudeste Asiático y América del Norte, aunque actualmente también se ha popularizado en el continente europeo. 

Personalmente he tenido curiosidad por la cultura asiática desde pequeña y muy pronto comencé a escuchar música pop coreana, china y japonesa. Esto provocó un rechazo entre mis compañeros especialmente cuando entré en el instituto hasta el punto de cohibirme cada vez que alguien me preguntaba que qué tipo de música me gustaba. 

Comentarios como: “estás obsesionada con esos chinos” o “por qué escuchas a esos homosexuales” han sido algunos de los más repetidos según mi experiencia. La gente te aparta por considerarte “rara” hasta el punto de incluso llegar a generar violencia física. Conozco a personas que han sufrido un acoso continuado en el instituto por este motivo. 

Todo esto también se ve reflejado en las redes sociales. Aunque es cierto que existe una gran comunidad de seguidores del k-pop, también hay un enorme grupo de haters en torno a ello. Es importante poner el foco también en este ciberacoso ya que muchas veces puede ser incluso más dañino que el físico. 

Si enseñásemos a los adolescentes la diversidad de culturas, estilos musicales y costumbres que existen y les hiciésemos ver que todas las diferentes opciones son válidas quizás podríamos solventar el acoso que sufrimos unos cuantos por pensar de manera diferente al resto.

Desde aquí lanzo esta reivindicación a las instituciones para que se tome en cuenta desde los centros educativos y que, por un lado, actúen frente a este acoso y, por otro lado, eduquen para prevenirlo.