Hola a todos, 

Lo primero de todo, gracias por llegar hasta aquí y leer estas líneas. Para mí es importante que una historia y un caso como el que yo he vivido en primera persona se conozca. Porque sí, existe, es posible y real. Y a vosotros, familiares y amigos, gracias. Eternamente gracias por haberme brindado apoyo y abrigo en los momentos más duros, cuando el aire soplaba con tanta fuerza que costaba incluso mantenerme en pie. 

Y ahora sí, me presento. Mi nombre es Mamen, tengo 54 años y soy de Valencia. Y desde hace 6 años batallo contra un linfoma folicular no Hodgkin. El cáncer, como quizá sabréis, llega y lo arrasa todo a tu paso, tambaleando tu vida u obligándote a sobreponerte, pero cuando la enfermedad se dilata el tiempo, el diagnóstico y los tratamientos dejan de ser tan “mortales” y lo complicado pasa a ser todos aquellos aspectos colaterales que hacen el camino aún más convulso. Así lo viví yo. 

Tras ser diagnosticada en abril de 2015, comencé con el tratamiento de quimioterapia. A los meses el linfoma remitió, pero nunca ha llegado a desaparecer, pues estamos ante un tipo de cáncer incurable. Por aquel entonces yo solo anhelaba ser la persona que era antes, pero entonces solo queda tirar para adelante, con quimios de mantenimiento, medicación constante y muchos dolores y secuelas. 

Por si fuera poco, al dolor y las complicaciones físicas, se sumaron las económicas. No podía desempeñar mi trabajo, además de tener que hacer frente a una enfermedad como el cáncer. Y no tuve derecho a recibir ningún tipo de ayuda económica por el simple hecho de tener un piso en propiedad, aunque tuviera que pagar una hipoteca todos los meses. En mi casa entraban tan solo 400 euros para hacer subsistir a tres personas. ¿Y sabéis cuál era la justificación a la ausencia de ayudas económicas? Que mi situación no estaba reflejada. ¿Cómo es posible?

Tuve también que lidiar con la poca empatía por parte de los funcionarios. Soy consciente de que ellos son la cara visible de un sistema que les obliga a decirme lo que hay. Es su trabajo, pero jamás olvidaré su falta de tacto y aquellas palabras: “No das el perfil para recibir el subsidio”. 

Y así, una puerta se iba cerrando detrás de otra. La Administración pública tampoco financia los medicamentos que he tenido que adquirir para paliar los efectos secundarios. Un sinfín de medicamentos a precios desorbitados que me eran imprescindible para no morir de dolor. Una lucha constante… 

Se me cerraron todas las puertas y tuve que vivir de la ayuda de familiares y amigos. A día de hoy, en pleno proceso de divorcio y recibiendo una pensión de 500 euros, no sé que va a ser de mi vida.  

El cáncer no es “solo una enfermedad”, es todo lo que conlleva, los familiares a los que directa o indirectamente golpea. Porque la familia también se desmorona a tu alrededor, y vuestras vidas no vuelven a ser las mismas, ni a nivel físico, emocional ni económico.

Por eso, representantes de las Cortes Valenciana, me dirijo a ustedes: ¿Cuándo se acabará con las irregularidades e injusticias en la prestación de ayudas económicas a pacientes oncológicos? ¿Cuándo dejaremos de estar desamparados de esta forma los enfermos graves?

Y pese a todo, pese a los baches, las puertas cerradas, el dolor y el desamparo, siempre voy a seguir adelante, porque de eso se trata... ¡de vivir!

Os ruego que me ayudéis a difundir y firmar esta campaña por todos vuestros grupos y contactos de WhatsApp y Redes Sociales. Si conseguimos 500 apoyos, esta pregunta llegará a los distintos partidos políticos con representación en las Cortes, teniendo la obligación de darnos, al menos, una respuesta.