Pregunta para Parlamento de Andalucía

He superado dos cánceres de cérvix. Además de mejorar la inversión en investigación, ¿por qué no se garantiza que los médicos pueden atender en condiciones a todos los pacientes y se impulsan las ayudas económicas correspondientes?

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Me llamo Marcela y vivo en Sevilla. En 2015 tuve un pequeño sangrado manteniendo relaciones sexuales, pero como al poco tiempo me vino la regla, no le di demasiada importancia. A medida que pasaban los meses, los sangrados se hicieron constantes cuando mantenía relaciones, aunque seguían siendo leves. Decidí acudir al ginecólogo. Allí, me revisaron y me indicaron que todo estaba bien, así que seguí igual durante dos años. Después de dos años, en 2017, a la vuelta de las vacaciones, al tener relaciones tuve una hemorragia que yo consideré bastante importante y decidí acudir a urgencias. Allí me dijeron que la hemorragia era un simple sangrado. Me revisaron y me vieron el útero rígido y con sangre dentro, así que me mandaron a hacer una revisión con mi ginecólogo privado creyendo que así, todo se aceleraría. Me decían que todo estaba normal, pero yo no estaba tranquila. Mi ginecólogo me detectó células con atipia, así que me derivó, de nuevo, a urgencias. Allí, me indicaron que el informe de mi ginecólogo no les valía al tratarse de un profesional privado, así que decidieron examinarme. Consideraron que las hemorragias eran derivadas de padecer reglas irregulares y me mandaron pastillas para cortarlas.

Después de esta visita, tuve un par de urgencias más que me llevaron a que me visitara una persona especializada en cuello de útero. De entrada, la profesional en cuestión consideró que estaba exagerando los síntomas. Aun así, al explorarme, se percató de que tenía una llaga, así que me practicó una biopsia. Después de unos días, me citaron del laboratorio y allí, una persona que no era la médica en cuestión, me anunció que padecía cáncer de útero. Yo tenía 27 años y la verdad es que el hecho de recibir esta noticia no fue algo grato y me resultó bastante duro. Es más, entré en estado de ‘shock’. Me hicieron todo tipo de pruebas y después me reunieron para decirme que lo mejor que se podía hacer era limpiar todo el aparato reproductivo. Yo tenía la ilusión y la alegría de ser madre algún día y esta información me desmontó. Entonces, los médicos se plantearon darme otra opción en este sentido. Me propusieron hacerme quimioterapia para reducir el tamaño de las masas, operar lo que quedara intentando no dañar el útero y después de un año de recuperación intentar ser mamá. Yo accedí. Pasé la quimioterapia de manera satisfactoria, aunque fue un proceso muy duro que yo misma conseguí hacer más llevadero por mi ilusión de ser mamá. Mantuve una actitud lo más positiva posible. Después, me informaron de que el tumor se había reducido muchísimo, así que durante la intervención quirúrgica vieron que estaba completamente limpia y pudieron salvarme el útero.

Me recuperé y después de un año empecé a intentar quedarme embarazada, pero a los 18 meses tuve otra hemorragia. Me asusté mucho porque veía que empezaba, de nuevo, todo el proceso. El ginecólogo me hizo una ecografía y me dijo que le parecía extraño porque dos meses antes me había revisado y estaba todo bien, pero que ahora se percibía un bulto mucho más grande ubicado en la zona alta del útero. Finalmente, me anunciaron que el cáncer se había reproducido y que esta vez había que sacar el útero. Vi que toda mi ilusión y mi lucha había sido innecesaria y me costó mucho recuperarme psicológicamente. Directamente, me operaron y después, aunque de entrada consideraron que seguramente no sería necesario, me hicieron quimioterapia y radioterapia. En estos momentos estoy limpia y sana, y recientemente me han alargado las revisiones de control rutinario a cada seis meses.

Quiero poner de manifiesto el hecho de que es imprescindible que se pongan en marcha ayudas económicas destinadas a los pacientes oncológicos. A mí me dieron una baja laboral por enfermedad común y yo estuve prácticamente tres años de baja. Considero que un cáncer no es una enfermedad común. Además, el sueldo de mi baja era muy reducido; cobraba entre 400 y 500 euros al mes. Hay que tener en cuenta que en una situación normal esta cantidad de dinero no es sustento para nadie, pero que padeciendo un cáncer todavía menos, ya que tienes que hacer frente a los gastos ordinarios además de a los gastos extraordinarios derivados de la enfermedad que son muchos y que son imprescindibles.

También considero imprescindible poner sobre la mesa la demora que hubo en mi diagnóstico y el poco caso que se me hizo muchas de las veces que acudí a urgencias con sintomatología. En este sentido, considero que las instituciones deberían de invertir a favor de que en los hospitales, todas las personas que acudieran con sintomatología, pudieran recibir la atención que necesitan con el fin de garantizar diagnósticos tempranos. Es por lo presentado que me dirijo a los políticos del Parlamento de Andalucía, ya que son quienes me representan, para que me respondan a las preguntas: ¿por qué no se garantiza que los médicos pueden atender en condiciones a todos los pacientes y se impulsan ayudas económicas de acuerdo con las características de la enfermedad?

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