Pregunta para Asamblea de Madrid
Los casos de trastornos mentales se disparan y se sigue sin actuar. ¿Destinarán más recursos para tratar la salud mental en atención primaria de los hospitales?
La depresión es una enfermedad mental mucho más común de lo que se cree y con la llegada del Covid-19 los casos se han disparado en nuestro país. El suicidio ha pasado a ser una de las principales razones de muerte en España, por delante de los accidentes de tráfico y duplicando su cifra. Sin embargo, es algo de lo que no se habla.
Mi nombre es María y desde hace un tiempo padezco depresión. Después de muchos años, me encuentro en un punto de mi vida en el que quiero hablar de ello, porque es necesario y porque debemos de dejar de esconder un problema que es generalizado en nuestra sociedad.
En mi caso, aunque he sido una persona con constantes subidas y bajadas de ánimo, siempre he seguido adelante. No obstante, en 2011 sufrí un trombolismo pulmonar con un derrame pleural. Como consecuencia de ello necesité 6 meses de baja para recuperarme y al regresar a mi empleo fui despedida.
La vida da muchas vueltas. En un momento me encontraba en paro, teniendo que cambiar de alquiler y con problemas de salud. En ese momento lo aceptas y sigues adelante. Y es en esa misma situación en la que se encuentran muchas personas en España. Y muchas de nosotras escondemos ese malestar en los momentos de soledad para no preocupar a los demás.
Mi médica me notó abatida y con una tristeza patológicamente permanente, así que me derivó al psicólogo de la Seguridad Social. Pero después de unos meses en los que no había mucha conexión y me sentía un poco mejor, dejé de ir. Nadie me llamó, ni se interesaron por mi ausencias en la consulta.
La vida seguía, con sus altos y sus bajos, hasta que un día no supe gestionar los bajos y me planteaba seriamente y a diario el suicidio. Me asusté y decidí buscar ayuda profesional.
Me derivaron al psiquiatra. Cuando se lo dije a mi familia se asustaron, puesto que todavía hay muchos tabúes en cuanto a la salud mental. Con un poco de medicación y la ayuda con la psicóloga empecé a salir adelante y ganar herramientas para gestionar mi situación personal, pero prejubilaron a la psicóloga y no se me asignó otra por entender que no estaba lo suficientemente grave.
Poco a poco empecé a salir de mi malestar, aunque es un trabajo que cuesta años, se trata de día a día.
Con todo esto, quiero decir que a día de hoy la salud mental sigue siendo un tabú, y mucho más frecuente de lo que se cree. No está normalizado ir al psicólogo, cuando debería ser algo casi imprescindible, empezando incluso desde la niñez o adolescencia, aprendiendo a detectar emociones y recibir herramientas para gestionarlas adecuadamente.
La Sanidad Pública espera a llegar a los casos extremos (como el intento de suicidio) para empezar actuar. Cuando una persona ha llegado a ese punto es mucho más difícil ayudarla, y el problema reside en que no se trabaja en la prevención de enfermedades o trastornos mentales.
Con la actual Pandemia de la COVID-19, los casos de trastornos mentales se han disparado, pero parece que eso es algo que queda en segundo plano.
Me dirijo a los miembros de la Comunidad de Madrid para que vuelvan a invertir más recursos en la salud mental, y reforzar sobre todo en la prevención y seguimiento del estado mental de los ciudadanos en la atención primaria.
Cuando una sociedad está sana mentalmente, funciona mejor en todos los sentidos.
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