¿Qué garantías tenemos las mujeres frente al acoso callejero y las agresiones sexuales en Madrid?

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Mi nombre es María Castaño. Soy andaluza, pero llevo más de 10 años viviendo en Madrid; una ciudad donde generalmente me siento segura, pero en donde también me he sentido acosada en muchos momentos. Hoy acudo a Osoigo a denunciar uno de estos momentos. 

Hace unos días me encontraba yendo a una tienda deportiva. Antes de entrar, un hombre me comenzó a chistar. Una vez dentro, mientras estaba mirando camisetas, miro a la derecha y veo a este hombre mirándome, riéndose, con la mascarilla abajo y tocándose y magreándose. 

Cuando le grité y lo confronté, este hombre se fue riéndose. Pero es que tuve que ser yo la que hizo algo al respecto. Nadie del personal ni de seguridad de la tienda hizo nada. Cuando el señor de seguridad por fin se acercó, sin prisa alguna, ni se disculpó, ni me preguntó qué tal… Tan solo lo justificó diciendo que era uno de los hombres que duermen al lado de la tienda. Como si eso fuera motivo para que yo no me quejara, para que no hiciera nada. 

Busqué al encargado, ya que ninguno de los trabajadores hizo tampoco nada. Rellenó este un folio con lo que había pasado para denunciar la situación que, seguramente, no llegará a nada. 

Decidí grabar la situación y contar lo que me acababa de pasar en TikTok y compartirlo en otras plataformas, con la intención de que llegue donde tiene que llegar, y que de verdad se haga algo al respecto. La marca de ropa lo vio, y no se pronunció al respecto, ni si quiera en privado. Una persona es agredida sexualmente en una de sus tiendas de Madrid, y como si nada. 

Dudo que sea la primera vez que algo así pasa. Dudo que sea la primera vez que este individuo haya seguido, chistado o quebrantado el espacio vital de alguna otra joven tanto en la calle como dentro de la tienda; habiendo acosado a más clientas. Y una de las cosas que más molesta de la situación es que este hombre me ha seguido, lo han dejado entrar en el establecimiento, y no ha ido donde un chico a tocarse, precisamente. En el pasillo había otra chica, que ni se dio cuenta de la situación hasta que no comencé a llamarle la atención a este individuo. 

Estoy harta de vivir este tipo de situaciones por mi género. No es la primera vez que me pasa algo parecido. Pero lamentablemente, nosotras somos más vulnerables. Especialmente las mujeres jóvenes y las niñas, que tal vez no pueden plantar cara a un agresor y deben enfrentar situaciones parecidas de manera recurrente. Ellas, las niñas más jóvenes, las adolescentes, corren más riesgo de quedarse calladas o de no saber cómo afrontar una situación similar. 

Hablamos de una agresión sexual: un delito. Es algo que nos tenemos que tomar con mucha seriedad. Por esto yo me pregunto, ¿Si en ese momento hubiera llamado a la policía habría tenido alguna repercusión? ¿Qué garantías tenemos frente al acoso callejero y las agresiones sexuales de esta índole? ¿Qué cobertura tengo yo, como ciudadana o habitante de Madrid, cuando me tengo que enfrentar de manera recurrente a situaciones similares? 

Debería haber políticas de protección o respeto a la mujer y otros planes en marcha con cara al futuro en donde las mujeres nos sintamos respetadas, protegidas y seguras. Esto sin duda le podría pasar a cualquiera, pero las autoridades e instituciones deben adoptar planes que protejan a las mujeres, especialmente a las jóvenes y niñas. 

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