Mi nombre es María Isabel, pero todo el mundo me dice Mapy. Soy de Mallorca, tengo 22 años y además de estudiar para ser educadora, me apasiona crear contenido para redes sociales. A través de mi perfil, busco visibilizar los cuerpos más grandes, como el mío, y normalizar que podamos vivir vidas felices y saludables. 

Existe una molestia hacia que las gordas tengamos una vida feliz. La sociedad tiene unos estándares de belleza muy marcados, y si no sigues los cánones de belleza, estás fuera. Muchas mujeres gordas viven dentro de cárceles, en un bucle de pensamientos negativos, que les causa sufrimiento en el día a día. 

En ocasiones, mis seguidoras más jóvenes me dicen que les gustaría ser como yo, y quiero transmitirles que pueden serlo, que deben amar sus cuerpos con orgullo. Yo siempre he tenido muy claro quién soy y cuáles son mis valores, me gustaría que el día de mañana todas pudieran sentirse así de libres. 

Poco a poco, gracias a las mujeres que luchan por la diversidad de los cuerpos, se está generando conciencia. Lamentablemente, sé que costará mucho que las mujeres gordas dejemos de ser personajes secundarios, representadas como las que “suelen hacer reír al público”. Hay que impulsar la presencia, belleza y valor de las mujeres gordas. 

Por todo esto, pido a los miembros del Senado que se fomente una educación que comprenda que los cuerpos diversos son válidos. Desde temprana edad, las niñas deberían aprender que no hay nada malo con sus cuerpos, y que ser gorda no es un sinónimo de no estar sana. 

Todas tenemos derecho a querernos. Las mujeres gordas tenemos que resistir la manipulación que nos obliga a sentirnos mal sobre nuestros cuerpos.