La educación sexual es un derecho, por ello NECESITAMOS que se incluya en el currículo educativo en todos los niveles
Me llamo María Marco Jordán, tengo 22 años, vivo en Valencia, soy pedagoga y actualmente me estoy especializando en sexología y género.
En materia de educación sexual partimos de la base de que independientemente de nuestra condición, de nuestro origen, de nuestros valores o de nuestras creencias, lo que tenemos todas las personas en común es la sexualidad. Todas y todos somos seres sexuados. Y para que esta sexualidad sea saludable y nos proporcione bienestar se ha de acompañar desde la primera infancia y ha de haber educación sexual.
Pero nos encontramos ante la problemática de que a día de hoy en España, dentro de la actual ley educativa no existe ningún tipo de educación sexual reglada en ningún nivel (infantil/primaria/secundaria).Y considero que, aparte de que este sea un problema estructural y el hecho de que las leyes en materia de educación sean tan cambiantes en función de quién gobierne; gran parte del problema radica en la desinformación o la información errónea que sique habiendo en cuanto a lo que es la educación sexual, así como el tabú que sigue suponiendo hablar de sexualidad.
Tanto la sexualidad como la educación sexual se suelen relacionar únicamente con prácticas sexuales o con genitalidad. Y lo cierto es que es mucho más que eso. Y también es mucho más que prevenir los embarazos no deseados y las ITS (que también es importante, pero no lo único). En educación sexual se habla de placer, de consentimiento, de respeto, de deseos, de derechos, de valores, de salud, de relaciones sanas, de diversidad, de igualdad de género, de autoconocimiento y aceptación del propio cuerpo, de saber lo que es la responsabilidad afectiva y el buen trato hacia uno/a mismo/a y hacia las demás personas, etc. Todo esto desde la no discriminación y el consentimiento, para poder así prevenir abusos sexuales infantiles, la LGTBIfobia, la violencia machista o cualquier tipo de discriminación. Y a su vez, con el objetivo de romper con mitos, con tabúes y con falsas creencias acerca de la sexualidad que lo único que hacen es perjudicar nuestra salud y bienestar.
Además, la educación sexual se adapta en función del desarrollo madurativo de la persona o del grupo, así como de las necesidades de cada etapa vital. Por ejemplo, a los y las más peques se les va a enseñar que su cuerpo es suyo y que nadie puede tocarlo sin su consentimiento, para así prevenir posibles abusos sexuales. Se les va a educar en igualdad de género y se les va a contar que hay diversidad de familias, entre otras cosas.
De lo que no nos damos cuenta muchas veces es que, aunque pensemos que no se eduque en sexualidad, el NO hacerlo, también enseña. Cuando no hablamos de algo también estamos educando, cuando no resolvemos sus dudas y evadimos el tema, les estamos enseñando que eso es algo malo, peligroso, sucio o prohibido. Así no van a confiar y van a buscar la información por su cuenta, es decir, en Internet, el cual les va a llevar a la pornografía. Y es aquí donde nos topamos con un gran problema, porque se está consumiendo un contenido desde la falta de consciencia, sin una maduración biopsicosocial suficiente y sin unos conceptos claros; por lo que si no se interviene van a tener una visión muy distorsionada sobre la realidad y sobre las relaciones de pareja.
En conclusión, la educación sexual es un derecho, y no se nos está proporcionando. Por ello pido que se nos escuche a los y las profesionales que luchamos día a día por una educación sexual y por qué la información veraz llegue cada vez a más personas. Una información que es un derecho, pero que tristemente se ha convertido en un privilegio. Y esto no es justo. Esto tiene que cambiar, y los y las profesionales en materia de educación y sexología, los colectivos más discriminados y la ciudadanía en general, estamos luchando por ello como buenamente podemos. Pero es un problema estructural. Lo personal es político, y esto lo es. Hacen falta leyes en materia de educación que garanticen este derecho. Y yo lo único que pido es que nos escuchen, que tomen nota y que actúen consecuentemente. Nuestra salud está en juego.