Pregunta para Cortes Valencianas
La discriminación que sufrimos el colectivo LGTBIQ+ viene arraigada a una educación retrógada. ¿Por qué no se incluye en el sistema educativo una formación en diversidad?
Mi nombre es María Pei, tengo 33 años y vivo en València.
A lo largo de mi vida he sufrido muchísimas situaciones homófobas, que por suerte no se han traducido en violencia o verbal de manera frecuente (aunque algún huevazo sí me he llevado desde un balcón por besar a mi novia en el portal, cuando era más joven). Creo que la ltgbfobia más habitual es similar a cómo se producen los llamados “micromachismos” (y en la mayoría de ocasiones incluso pueden ir ligados entre sí): comentarios “inocentes” o sin mala intención, simplemente de ideas o incluso “bromas” que están muy normalizadas y ni siquiera se ponen en juicio “porque siempre ha sido así”:
“Ahhh, te gustan las mujeres, por eso nunca te maquillas ni usas tacones”
“¿Te pintas las uñas rojas porque eres la femenina de las dos?”
“No os beséis mucho en público, que hay gente que está fatal y podéis tener un susto”
(Unos familiares, siempre que nos ven, hacen chistes del tipo): ¿Hoy hay de cenar mejillones?
“Ay qué pena, nunca podréis tener un hijo que sea de las dos DE VERDAD”
Aparte de eso, lo más común siempre es la presunción de heterosexualidad. Es algo muy estructural asumir que una persona es “heterosexual hasta que se demuestre lo contrario”. Por ejemplo, esto es más incómodo en entornos laborales: empezar un trabajo nuevo es tener que salir del armario una y otra y otra vez durante tu vida entera. Lo peor es que, cuando ya lo saben, tampoco evitan hacer comentarios ofensivos porque la mayoría de veces ni siquiera detectan que te puedan molestar o, simplemente, que estén mal.
También hay un gran problema en entornos médicos, por ejemplo, cuando la visita al ginecólogo se convierte en todo un mundo nuevo… para el ginecólogo. En el sector público falta mucha formación continua para actualizar procedimientos a la realidad actual (que siempre ha existido, pero simplemente estaba invisibilizada).
Pienso que en España hemos evolucionado bastante en cuanto a aceptación social de la diversidad, sobre todo en los últimos 15 años, y considero que es gracias al auge de las redes sociales e internet en general, como recursos fundamentales para conocer y aprender sobre otras realidades. Tener otras historias al alcance ayuda a encontrar una vía de información alternativa a los discursos más oficiales: entorno, educación y medios de comunicación masivos.
Y a nivel legal, hemos conquistado derechos gracias al trabajo de muchos grupos de presión, especialmente colectivos sin ánimo de lucro, que sumados a gobiernos progresistas han llevado propuestas de mejora a convertirse en realidades. Pero todavía queda mucho por conseguir. Hay derechos sociales que aún no son igualitarios y se traducen en complicar de manera absurda trámites cotidianos, como la obligación de estar casadas a parejas de mujeres si quieren inscribir en el registro civil a un hijo. Desde ese ejemplo genérico podemos pasar a uno más concreto que nos pasó a mi novia y a mí cuando nos casamos, y es que la concejala que nos tocó no tenía “experiencia en casar a mujeres” y pasó toda la ceremonia intercambiando nuestros nombres, incapaz de saber quién era quién… Volviendo a lo que comenté antes, falta formación.
Creo que la manera en que podemos acercar a conseguir más derechos es con movilización ciudadana y participación en colectivos, pero sobre todo y lo más práctico, votando a partidos que incluyan en sus programas la lucha por eliminar esas barreras administrativas y legales que siguen perpetuando la desigualdad.
Pienso que los discursos de odio de algunos partidos que, sorprendentemente, son legales en pleno siglo XXI ha sido sin duda la base para dar alas al auge de la violencia lgtbfóbica. La moda del ser “políticamente incorrecto” ha traspasado límites, en mi opinión, muy difíciles que echar atrás. A pesar de no haberme pasado personalmente, sí conozco personas que han sido agredidas tanto física como verbalmente hace pocos meses por grupos que tras la agresión han gritado explícitamente “viva España y viva Vox”. Aunque más alejado de ese límite, yo también he llegado a sentirme intimidada por personas en la calle que se te cruzan con mascarillas con banderas o logos y te miran fatal por ir de la mano con tu mujer.
A nivel político, creo que algo que debería fijarse como prioridad es incluir formación en diversidad en el sistema educativo. Que nadie tenga que recurrir a buscar información por su cuenta, sino que sea una parte del temario obligatorio (todo tipos de diversidades, no solo la lgtbiq+). Desterrar la idea de que hablar abiertamente desde la escuela para conocer todas las diversidades es adoctrinamiento o ideología. La discriminación que hemos sufrido tanto tiempo y seguimos sufriendo viene arraigada a una educación retrógada, basada en el miedo y la represión de cualquier cosa que se alejase de la norma.