Soy María Prieto Martínez, tengo 20 años y soy de Murcia capital. Sufrí bullying a los 11 años. Era algo tímida y no me relacionaba mucho con mis compañeros. Todo comenzó con insultos verbales, se lo comenté al profesorado y a la dirección y me dijeron que era algo de niños. Decidí hacerles caso y continuar aguantando.

Aguanté un año con insultos verbales, pero al año siguiente llegaron a pegarme en los baños y me obligan hacer cosas que yo no quería. Me quitaban el bocadillo y si llevaba dinero, me hacían dárselo. Yo le decía a los maestros lo que pasaba, pero me seguían diciendo que era cosa de niños. Mis padres vieron que perdí mucho peso y descubrieron mis cardenales. En ese momento se lo conté todo y decidimos denunciar.

Tras las agresiones físicas, yo ya sabía que era algo grave. Volví a comentarlo a la dirección del centro y al profesorado, pero no me apoyaban. Me sentí desamparada por el colegio y me armé de valor para contárselo a mis padres.

Me daba vergüenza hablar del tema, pero afortunadamente, el apoyo de mi madre y mi padre fue esencial para poder denunciar al centro. El proceso duró un año, pero tras la denuncia por fin tomaron las medidas oportunas contra el acoso.

Ahora tengo 20 años, he seguido adelante y he rehecho mi vida. Cuento mi historia porque he sobrevivido al acoso escolar y doy mi voz por todas aquellas niñas que por vergüenza o por no haber encontrado un espacio de confianza, no han podido contar la suya.

Quiero visibilizar el acoso escolar y pedir a los políticos que eduquen a los centros escolares en la prevención del bullying. Desearía que las niñas y los niños no vuelvan a sentirse desamparadas y poco apoyadas, al confiar en alguien del centro para contarles su problema.

Basta de silenciar a las víctimas y hacerles sentir culpables. No. El acoso escolar no es un juego, vulnera los derechos de la infancia y por todo esto pido a los políticos de la Asamblea Regional de Murcia, que se comprometan a educar e informar contra el bullying en los centros educativos.