Mi nombre es Mario, soy una persona no binaria y el pasado fin de semana me negaron la entrada a un club de playa de Valencia debido a mi vestimenta a pesar de ir totalmente sobrio y no causar conflicto alguno. Llevaba una blusa sin mangas, un pantalón corto y unas sandalias. El resto de mis amigas iban parecidas, aunque a ellas no les dijeron nada. Me gustaría saber ¿qué medidas se están tomando contra la LGTBIQ+fobia en estos casos? 

Al parecer el personal de seguridad pensó que no iba lo suficiente tapade para un club de playa con piscina donde las mujeres entran felizmente con crop-top. En este club se reservan el derecho de admisión para gente de aspecto QUEER que pueda “perjudicar” su imagen. Por no hablar de la falta de consideración que tuvieron conmigo como persona no binaria aplicándome una normativa de vestimenta masculina que, además, no incumplía y en un principio negándome el derecho a poner una carta de reclamación. Finalmente, sí pude rellenar esta hoja -no me la dieron hasta que no llamé a la policía-, pero no llegué a denunciarlo porque los propios policías me dijeron que no valía la pena. 

Creo que este no es un caso aislado, la LGTBIQ+fobia sigue presente en todos los ámbitos de nuestra sociedad empezando por los lugares de ocio. No es la primera vez que a una persona perteneciente al colectivo le pasa algo del mismo estilo. El derecho de admisión de un local no debería de discriminar a nadie por motivos de sexo, raza, religión o ideología ni vulnerar los derechos fundamentales de ninguna persona. Además, creo que la normativa de vestimenta debería de reflejarse en la entrada, teniendo en cuenta a las personas no binarias, para que todes pudiéramos comprobarla. 

En la entrada de este club se contemplaban unas normas de vestimenta profundamente marcadas por estereotipos y roles de género en la que indican que “los hombres no pueden llevar camisetas de tirantes”, sin tener en cuenta la diversidad de opciones sexo-genéricas que existen.

Según la normativa vigente el derecho de admisión y permanencia de un local no puede vetar la entrada a alguien si no se fundamenta en condiciones objetivas de admisión y permanencia ni “suponer un trato discriminatorio o arbitrario para las personas, así como tampoco colocarlas en situaciones de inferioridad o indefensión con respecto a otros concurrentes o espectadores”.

Yo sufrí un trato discriminatorio en un club de Valencia, pero ¿cuántes más tienen que sufrirlo en otros locales? ¿Por qué no se regulan las políticas de admisión para que sea ilegal prohibirle a alguien la entrada tan solo por su condición, orientación o identidad sexual y de género? Es cierto que, tras hacerse viral el caso, el club me escribió por privado para pedirme disculpas e intentarme “hacerme entrar en razón”, pero hay gente que no llega a tener nunca ni siquiera este mínimo reconocimiento. 

Este es un problema que va mucho más allá del ámbito del ocio social, se trata de un problema estructural que radica en la educación. Mientras que desde los colegios e institutos se siga sin enseñar una educación afectivo-sexual de calidad y no se visibilice al colectivo LGTBIQ+, seguiremos encontrándonos con la misma situación. Necesitamos referentes desde los medios de comunicación, las instituciones y los centros educativos.

A su vez las personas no binarias estamos doblemente silenciadas. No es justo que no podamos entrar en cualquier local por no ir vestides acorde con las prendas socialmente destinadas a los hombres. Nos podemos “disfrazar” para entrar en ciertos lugares, ocultar lo que somos, pero a la hora de la verdad siempre elegiremos mostrarnos como realmente queremos. La solución no está en escondernos o excluirnos, las personas no binarias existimos y merecemos respeto. 

Por todo esto quiero dirigirme al Congreso de los Diputados para que den una respuesta ante esta situación y tomen medidas para frenar la discriminación por LGTBIQ+fobia en todos los ámbitos sociales. No podemos seguir mirando hacia otro lado, esto merece soluciones inmediatas.