Me llamo Marta Fernández, soy de Sevilla. Quiero compartir mi historia con el duelo perinatal, porque pienso que es un tema que necesita más atención social, sobre todo por los impactos psicológicos que tienen en las pacientes, y la necesidad de contemplar bajas por duelo para madres y padres antes de los seis meses de gestación. 

Soy enfermera de profesión, y recientemente me quedé embarazada. No lo habíamos intentado durante mucho tiempo y yo estaba muy ilusionada. Todo iba bien, ya habíamos tenido dos ecografías, una por lo público y otra por lo privado. En la primera visita a la matrona en mi semana 17, todo cambió. De repente, la matrona me dijo que no escuchaba el latido, y me dirigió a urgencias, donde me podían hacer una ecografía. En el hospital me confirmaron lo peor, que no había latido, y a partir de ahí se desató el caos. Estuve dos días ingresada, primero en la unidad de preparto, con el resto de madres que iban a dar a luz a unos bebés sanos. Después de intentar los tratamientos, incluyendo una tracción mecánica, un proceso muy doloroso, deciden intentar la expulsión. Hacer los pujos típicos del parto con mi hija, que yo sabía que venía muerta fue algo inexplicable. Aún siendo yo enfermera y haber asistido a un aborto, me cogió el procedimiento completamente por sorpresa, fue un golpe emocional fuertísimo. Cuando terminó tuve que estar otras 24 horas en observación, también en planta ginecológica escuchando de nuevo a las nuevas madres y sus bebés. 

Por suerte, la matrona que había estado conmigo estaba bien formada en estos casos, y me dejó despedirme de mi hija e incluso me escribieron una carta de ella e hicieron unas cajitas de recuerdo. Pero todo esto lo tuve que vivir yo prácticamente sola. Por protocolo covid mi marido tuvo que estar fuera en los momentos más tensos: cuando me comunicaron que no había latido, cuando me hicieron la ecografía para confirmarlo y cuando me leyeron la necrosis de mi hija. 

Después de todo esto, me fui a casa y fue cuando todo me vio de golpe. Fue un momento muy duro para mí y para mi pareja. Estuve una semana de baja, por una que ya me correspondía anteriormente, pero cuando me llamó mi médico de cabecera para renovarla me dijo que no había una para mujeres en mi situación, ya que este tipo de bajas solo se dan a embarazadas de más de seis meses, que lo único que podría darme sería una por depresión. Yo no me encontraba bien para trabajar. En mi centro de salud tendría que dar apoyo a las personas, acompañarlas, y con el dolor que tenía por el post parto y el duelo que estaba pasando no me veía capaz de volver. Decidí tomarme un tiempo y cogí vacaciones. 

Me pasé todo ese tiempo pasando por un post parto tremendamente sola, sin que hubiese profesionales de la sanidad que me guiaran en cómo navegar mi situación o me hicieran seguimiento. Decidí compartir mi historia por mi cuenta de instagram, donde encontré una comunidad que me apoyó y otras madres que habían pasado por situaciones similares. El episodio me hizo también darme cuenta de lo poco formada que estaba yo misma como profesional, y las cosas que había hecho de forma incorrecta en el pasado cuando una paciente había pasado por lo mismo.

 Quiero solicitar a las instituciones públicas, y en especial al Parlamento de Andalucía, de donde soy,  que se contemple una ley que proporcione un permiso retribuido por duelo gestacional y perinatal con independencia del tiempo de gestación, tanto a la madre como a su pareja en caso de que la tenga porque esa familia necesita acompañamiento y atención psicológica, ya que actualmente solo existe baja a partir de los seis meses de gestación.