Me llamo Marta Fernández y soy maestra de Educación Infantil. He escrito artículos en Alaya difundiendo infancia sobre las reflexiones de las acciones de los niños y niñas. A raíz de la pandemia empecé a detectar que no se estaba prestando la atención adecuada a la infancia. Yo trabajo con niños y niñas pequeños, pero durante la pandemia preparé actividades actividades sobre arte para mis hijos de 2 y 5 años. De esta manera podía observar lo que hacían a través de sus juegos, siempre me ha gustado observar sus acciones. 

Decidí que era el momento de dar un sentido y un porqué a lo que hacen, detrás de sus acciones hay un desarrollo evolutivo y madurativo que debemos tener en cuenta. Empecé a especializarme en el arte aplicado de proceso en la infancia, me dio tiempo a hacer un montón de cursos y descubrí que con este tipo de actividades son capaces de desarrollar muchas cualidades más allá de la creatividad, como la expresión de las emociones y el crecimiento de la autoestima.

En el aula cuando están haciendo una actividad de juego, me gusta hacerles fotos porque con esa observación se puede aprender mucho, podemos ser capaces de captar la esencia de lo que están haciendo. Todo los que las niñas y los niños hacen tiene un sentido y no podemos dejarlo pasar, aunque sean muy pequeños y pequeñas no podemos ignorar la finalidad de sus acciones. Debemos darle importancia al desarrollo de una buena autoestima para que puedan crecer empoderados y empoderadas.

Muchas veces con las actividades creativas se les marca demasiado cómo lo tiene que hacer, los árboles no tiene que ser siempre verdes, debemos dejarles libertad de expresión para que tengan más confianza. La educación emocional debería tener un peso mayor en las etapas de la primera infancia. No hay que negar lo que estén sintiendo, por ejemplo, cuando no les apetece hacer alguna actividad, debemos respetarlo y comprenderlo. No estamos haciendo una escucha activa para que aprendan a reconocer sus emociones. 

Tras la pandemia y lo que me cuentan mis niños y niñas, percibo que mi alumnado se encuentra más cohibido, solo se han relacionado con sus familias y las personas adultas no hemos tenido muy en cuenta que ellos y ellas también han sufrido y han tenido miedo. Han estado en una burbuja en sus hogares, pero han percibido que algo malo estaba ocurriendo, lo cual ha podido tener un efecto negativo en su conducta porque no les ha explicado correctamente.  Son personas que sienten y padecen, hay que tener una mayor consideración hacia sus sentimientos.

Quiero aprovechar para señalar, que debemos solucionar el problema de los ratios entre alumnado y profesorado en Educación Infantil. Así se les podría dar una atención más individualizada para poder responder a todas sus necesidades. También quiero visibilizar que es fundamental darle más importancia a la educación emocional, tratándolo de una manera más profunda. No es suficiente hacer una actividad en la que tengan que reconocer si el personaje está contento o triste, tenemos que ir más allá. Hacer mucho hincapié en cómo se sienten, preguntarles cada día cómo han venido y escuchar todo lo que quieran transmitir.

La base para hacer prevención de futuros casos de acoso escolar, violencia o ciberacoso es trabajar con el desarrollo de la educación emocional. Hay que escuchar a estos niños y niñas para hacer prevención de problemas que pueden aparecer en la Educación Primaria o en etapas preadolescentes. Hay que adecuar los contenidos a cada edad pero son cosas que se pueden ir trabajando. Cuando terminé la carrera, mi Trabajo Final de Grado trató sobre cómo les puede llegar a afectar en el rendimiento el apego que tienen en casa. Tuve la oportunidad de poner muchas cosas en práctica con niños y niñas de 5 años y te cuentan un montón de cosas que te sirven para comprender mucho mejor ciertos comportamientos y su evolución en el rendimiento y en el aprendizaje.