Mi nombre es Marta, resido en Huelva y soy estudiante de Educación Primaria, especializándome en Educación Especial. 

Hace un tiempo me di cuenta que para ser profesora de Educación Especial no existía el requisito de tener un mínimo conocimiento del lenguaje de signos, y tampoco tenía acceso a ningún curso en mi universidad. Eso me pareció incoherente, ya que en nuestra profesión muchas veces debemos de tratar con niños sordos o con hipoacusia, y no hablar esta lengua significa que difícilmente podemos comunicarnos con ellos. 

A partir de ese momento, decidí aprender por mi cuenta la lengua de signos española. Actualmente estoy cursando el B1, y estudiar este lenguaje ha sido para mí un aprendizaje que me permite comprender mejor las limitaciones de las personas sordas, y el poder comunicarme con ellas de una forma efectiva. 

Desde esa visión, comprendí que las personas sordas tienen un sinfín de limitaciones en nuestra sociedad de las cuales nosotros no somos conscientes. Desde ir al médico y contarle lo que le pasa, ir a comprar, pedir direcciones en la calle o ver las noticias: las personas sordas no pueden hacer estas actividades diarias debido a que gran parte de la ciudadanía no puede comunicarse con ellas. 

El problema principal reside en mi campo, en la educación. Desde bien pequeños, los niños sordos difícilmente tienen acceso a una escuela ordinaria, ya que prácticamente nunca se dispone de intérpretes que puedan traducirles. Por ello, muchos niños son derivados a escuelas de educación especial, teniendo ellos sus capacidades intelectuales completas. En la universidad los estudiantes sordos deben de contratar de forma privada a intérpretes para poder seguir las clases. 

Para las personas con discapacidad auditiva (que en España son más de un millón) nosotros somos una sociedad que no habla su lenguaje, y ellos nos pueden aprender el nuestro. Por este motivo, considero que si toda persona aprendiera un poco de lengua de signos, aunque sea de forma básica, nos convertiríamos en una sociedad más inclusiva y fácil para las personas sordas. Solo con hacer sesiones en la asignatura de “ciudadanía” por ejemplo, sería suficiente para que los niños adquirieran un conocimiento de esta lengua, además de una conciencia social sobre la importancia de ello.

También considero muy importante valorar la lengua de signos en los currículums de los profesores de educación especial, y no tanto los idiomas extranjeros. Es fundamental que tengamos herramientas para poder comunicarnos efectivamente con estos niños.

Por este motivo, me dirijo a los miembros del Parlamento de Andalucía para que tengan en cuenta esta situación, enseñen la lengua de signos en las aulas y hagan hincapié en formar a los profesores de educación especial para que puedan comunicarse con estos niños.