El Partido Socialista lleva gobernando en Andalucía de forma ininterrumpida desde 1982. Esos 33 años han favorecido, en mi opinión, la implantación de una red clientelar tejida cual tela de araña por toda Andalucía, y que le lleva a tener desde "casas del pueblo" en cientos de pueblos andaluces hasta un conglomerado de entes, empresas públicas, fundaciones, etc. que conforman una verdadera administración paralela. De esta administración paralela dependen, de una u otra manera, miles de familias en Andalucía.

Además, la Junta de Andalucía invierte cantidades ingentes en publicidad institucional, con lo que consigue una penetración "publicitaria" difícil de combatir incluso a pesar de los múltiples escándalos de corrupción (caso de los EREs fraudulentos o de los fondos de formación, por ejemplo) que han contaminado la vida política andaluza en los últimos años.

Sólo una labor pedagógica de los valores y ventajas de la necesaria regeneración de nuestra democracia y nuestras instituciones puede favorecer un cambio esencial en Andalucía para reconducir una situación de crisis profunda que, en las últimas semanas, ha tenido un claro efecto sobre la sanidad pública y otros servicios esenciales.