He sobrevivido a una relación de violencia de género y todo empezó con unos ataques de celos brutales: hay que invertir mucho más en Educación para que las adolescentes no normalicen conductas de control y celos
Hola. Soy Martina y durante cinco años viví una relación tóxica, que, aunque hoy ya tengo asumido que sufrí maltrato psicológico... aún me cuesta considerarme «víctima». Llevo ya dos años de terapia y he descubierto que mi maltrato empezó prácticamente desde el día en el que lo conocí. Sufrí tal «lavado de cerebro» que no pude ver las alarmas que saltaban en mi cabeza.
Cuando un día, desesperada y ya al borde de cometer una locura, llamé al 016, empecé a ver un poquito de luz dentro de ese pozo tan profundo en el que estaba metida. Ahí empezó un largo camino, lleno de altibajos, de logros y de pasos atrás...
Estoy documentando todas mis vivencias en el blog El amor no duele . Compartir mi experiencia es terapéutico y con esta petición quiero hacer llegar mi testimonio a más gente para conseguir que las víctimas de violencia de género sepan que no están solas y puedan identificar las banderas rojas cuando estamos ante un maltratador.
Cuando algo en tu cabeza empieza a ver que hay cosas que no están bien, que te hace daño, que tu pareja te hace sufrir, te grita, te humilla, te menosprecia, incluso te agrede. Cuando le tienes MIEDO… Solo el hecho de planteártelo ya es una señal que debes atender.
Mi exmarido presenta características de narcisismo. Los narcisistas suelen ser controladores y manipuladores. Su primera estrategia fue lo que se conoce como «love bombing» ¿En qué consiste? Conoces a una persona y de repente es como si estuviéramos hechos el uno para el otro. No sabes cómo pero, en cuestión de días, te encuentras hablando de futuro con él. Te ves engullida por esa relación tan «maravillosa» y te alegras de que, por fin, has encontrado al «hombre perfecto». Esta es su manera de «cazarte».
En el mismo viaje de novios ya aparecieron sus celos en su máxima potencia. Empezó a echarme en cara que mi mejor amigo fuera un chico. Tiró la alianza a la mesita que había en el salón de nuestra suite del hotel y amenazó con cogerse un avión de vuelta y dejarme, porque yo era una miserable por tener un chico como mi mejor amigo. Gritos, chantajes emocionales, amenazas...
Con el paso del tiempo, fueron apareciendo ya conductas que no debería haber dejado pasar, pero lo hice. Tenía una dependencia emocional de él terrible. Sin yo saberlo, un día cogió mi móvil, y empezó a leer todas mis conversaciones y todo lo que tenía desde que me instalé facebook y whatsapp (eran de muchos años antes de conocerle a él).
Incluso utilizó una red social mía para abrir un perfil en una app de citas. Se llegó a mandar a su correo electrónico conversaciones mías privadas de antes de conocerle, capturas de pantalla... horrible. Y, de repente, lo sacaba a relucir, y encima dándole la vuelta de tal forma que cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia.
Hubo un episodio, que fue el más duro que recuerdo, en el que quería por todos los medios que le diera mi móvil desbloqueado para ver con quién hablaba, porque estaba convencido de que hablaba con alguien «que me estaba comiendo la cabeza», y todo porque yo aún me rebelaba contra esos celos. Evidentemente no quise darle mi teléfono desbloqueado, no tenía nada que esconder, pero todos tenemos derecho a la intimidad. Ahí se puso violento, me agarró de los brazos, me empujó contra la pared, me gritaba, me exigía que le diera el «puto teléfono»... A mí me dio un ataque de ansiedad, volví a ver en sus ojos al monstruo.
En los post del blog cuento cómo fue esa relación de malos tratos y todo el transcurso hasta que un día decidí llamar al 016 y pedir ayuda. Para que las víctimas den el paso de denunciar es clave la educación. Debemos implicarnos toda la sociedad.
No puede ser que las y los adolescentes normalicen conductas de control y celos, son el primer síntoma de que algo puede ir terriblemente mal y sólo desde la educación es posible prevenir. Dar a todas las mujeres jóvenes las herramientas necesarias para identificar estas situaciones pero sin juzgarlas es una tarea que las administraciones deben tomarse muy en serio. Asociaciones y colectivos hacen mucho por lograr que la concienciación sea cada vez mayor, pero urge que se financien más talleres y asignaturas para que las y los adolescentes tengan toda esta información de manera obligatoria. Hay que incidir ahí porque queda mucho por hacer.
También quiero aprovechar esta petición para reclamar que todos los recursos son pocos cuando se trata de proteger a las mujeres que ya han dado el paso de denunciar a sus maltratadores. No puede ser que un policía tenga que vigilar a 100 mujeres, por ejemplo. Y también hay que incidir en la formación específica en violencia de género para todas las personas que atienden y ayudan a las víctimas que denuncian: desde la importancia del 016 (son unos ángeles y no tengo ninguna queja) hasta los policías que tramitan las denuncias y activan el protocolo viogen o los jueces y juezas que se encargan de dictar sentencias en este ámbito, médicos de familia, servicios sociales de los ayuntamientos… Mucha gente no sabe cómo ayudar a una mujer víctima de violencia de género, es una tarea sencilla.
Por todo esto quiero hacer llegar esta petición a las instituciones para conseguir respuestas y compromisos de nuestros representantes políticos. Cuento con vosotras para hacerlo posible firmando y compartiendo esta iniciativa. ¡Gracias!