Mi nombre es Mary Luz Biscue, soy Defensora de Derechos Humanos y formo parte de la organización Incoldes, en donde gestionamos procesos de apoyo para familias y niños de entornos apartados, empobrecidos y población vulnerable en general. Para los Defensores de Derechos Humanos en Colombia existen demasiadas dificultades para el ejercicio de nuestra labor, junto a algunos compañeros y compañeras, estamos bajo amenaza hace unos meses, tras haber brindado acompañamiento a los manifestantes en el más reciente Paro Nacional.

Los obstáculos que enfrentamos, vienen desde múltiples espacios, incluidas las instituciones, ya que también somos veedores del cumplimiento de los acuerdos de paz, en los puntos referentes a la participación política y los que se relacionan con las víctimas. Ante la situación que enfrentamos por amenazas, los defensores de derechos humanos requerimos esquemas de protección urgente, porque es nuestra vida la que está en riesgo, sin embargo, las entidades como la Unidad Nacional de Protección, aún con solicitudes desde la Procuraduría del Tolima y la Defensoría del Pueblo, llevan mucho tiempo sin otorgarnos respuesta. No contamos con garantías para ejercer nuestra labor. 

Desde Incoldes, tenemos proyectos actualmente y queremos reactivar el plan piloto de escuela de fútbol en los lugares más segregados del Tolima. El proyecto busca beneficiar a 80 niños. Adicionalmente, atenderemos el factor nutricional para los niños y adolescentes de estas zonas, brindaremos apoyo psicológico y pedagógico y haremos los acercamientos con sus familias para identificar si existen situaciones de violencia física, sexual o de consumo temprano de estupefacientes. 

La realidad que afrontan las familias en zonas empobrecidas, salta a la vista, pues son lugares con muy poca oferta institucional, es decir, son lugares a los que el Estado no llega y nosotros como defensores de Derechos Humanos, priorizamos la población infantil y las mujeres para restituir sus derechos. Exponiendo esto, deseo que nuestra labor sea reconocida en vez de estigmatizada, pues es la estigmatización la que, en primera instancia, pone en riesgo nuestras vidas. Hemos sido estigmatizados desde la voz de funcionarios públicos como desde algunos medios de difusión pero, ¿conocen la labor social y la importancia de nuestro oficio en territorio?

Sabemos las razones por las que se persigue y se ataca a líderes sociales y defensores de Derechos Humanos, involucrando el acuerdo de paz y la verificación que hacemos a servidores públicos e instituciones, quienes ha debido sentarse a dialogar con nosotros, pero seguimos a la espera. Es por ello que me dirijo al Congreso de la República mediante esta petición, para saber qué mecanismos o proyectos de ley pondrán en marcha para garantizar nuestro ejercicio sin que nuestras vidas corran peligro, o al menos, brindarnos la protección que necesitamos ante las recurrentes amenazas. 

A los lectores muchas gracias por su interés. Espero que puedan compartir esta campaña y firmar, para conseguir las 350 firmas necesarias, con el fin de obtener respuestas. Esta es una campaña por la vida y por los derechos de los niños, niñas y adolescentes, así como de las mujeres, quienes reciben nuestro apoyo en los territorios. Muchas gracias.