Pregunta para Congreso de los diputados

Soy Mireia y mi niño, Adam, tiene TEA. ¿Cuándo se destinarán más recursos a visibilizar e investigar el trastorno del espectro autista?

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Mireia Martinez Pregunta de Mireia Martinez

La maternidad es un concepto que, a primera vista, se podría pensar que se nos ha complicado en nuestra familia. En 2017 me quedé embarazada y, como resultado, tuve a un pequeño tesoro entre mis brazos, aunque fuera por un espacio de tiempo. Por desgracia, Didac falleció por hipoglucemia a los cuatro días de nacer.

En enero de 2018, el mismo día que el año anterior descubría que estaba embarazada de Didac, supe que estaba embarazada de nuevo. Tuve un embarazo y un parto completamente normales y, el 13 de septiembre, nacía este terremoto que tengo por hijo: Adam.

Con Adam, a medida que iba creciendo, observábamos cositas que no terminaban de encajar en los estándares de los niños de su edad. Ya en febrero de este año acudimos a su pediatra. Ésta nos hizo un montón de preguntas que activaron una alarma en nuestra cabeza: “¿el niño habla?, ¿el niño anda?, ¿el niño se interesa por las cosas que le rodean?, ¿el niño responde cuando le llamáis por su nombre?” ... la respuesta a todas esas preguntas era no. 

Ella nos derivó a atención temprana, aunque esto coincidió en pleno confinamiento. Por eso, yo llamé a la unidad de neonatos del Vall D’Hebrón, donde había fallecido mi primer hijo y había dado a luz al segundo, y un pediatra de confianza nos dijo que Adam tenía indicios de trastorno del espectro autista (TEA). 

Acabamos confirmando el diagnóstico de Adam: nuestro pequeñín tiene un ligero TEA con un leve retraso neurológico. Si soy completamente sincera, la noticia me cayó como un jarro de agua fría. No estaba bien, entré en una depresión que no demostraba por no perjudicar a mi hijo. 

Aceptar que mi niño es un niño diverso, es diferente, que es un niño arcoíris y que, con todos los colores en mano, escogió ser azul me ha devuelto la felicidad. Adam es un niño feliz y sano, lo único que pido para él en esta vida.

Por desgracia, no todos los papás se adaptan a la situación como nosotros. A muchas familias les sigue creando rechazo el concepto de TEA. Hay mucha desinformación. A todo esto, hay que añadirle la falta de investigación sobre el trastorno del espectro autista y la poca capacidad de adaptabilidad de la educación a los niños diversos.

Por eso pido, políticos del Congreso de los Diputados, que se destinen más recursos a concienciar y a visibilizar sobre la realidad de las personas que tienen trastorno del espectro autista y que se den cuenta de que estos niños necesitan que se destinen más recursos a cubrir sus necesidades especiales, es decir, darles las herramientas necesarias para que se desarrollen como personas completamente funcionales, libres, incluidas en la sociedad, y, sobre todo, felices.

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