Pregunta para Parlamento de Catalunya
Mi nombre es Mireia Solé, y he tenido la suerte de poder salvar una vida a través de la donación de médula. Se necesitan más campañas de información y concienciación para acabar con el miedo y el tabú a donar médula.
Cuando cumplí 18 años tenía claro que quería ser donante de sangre. En una de las ocasiones en las que fui a donar, en el año 2017, me informaron acerca de la donación de médula en el Banco de Sangre del Hospital Vall d’Hebron; recibí la documentación correspondiente por parte de la Fundación Josep Carreras y, en el mismo momento, me sacaron una muestra de sangre para la REDMO (Registro Español de Donantes de Médula Ósea).
Yo continué como si nada con mis donaciones de sangre, hasta que en el verano de 2019 me llamaron para decirme que, muy posiblemente, era compatible con una persona.
En esos momentos se hace una selección de posibles donantes compatibles, y mediante un análisis de sangre actual en el momento de la selección se determina quién es más adecuado. Una vez resultas seleccionado como “donante más adecuado” te informan y te preguntan si quieres seguir adelante con la donación, y si estás de acuerdo, comenzarían a reacondicionar al receptor para recibir la médula, además de hacerte una serie de pruebas extra como análisis de sangre, de orina, radiografía de torax y una entrevista para valorar el estado de salud, ninguno de ellos doloroso. Además te invitan a conocer el espacio donde se realizará la extracción, guiándote en todo el proceso.
Ahora tengo que explicar algo muy importante y que, por lo general, se desconoce. Hay dos formas de donar: por aféresis (80% de los casos) o por punción de crestas ilíacas (20% de los casos). Esto dependerá, entre otras cosas, del estado de salud del receptor de médula. Para más información os recomiendo que visitéis la web de la Fundación Josep Carreras.
Por aféresis (que fue mi caso) es un proceso por el cual, la persona que va a donar médula, debe estar medicándose unos cuatro o cinco días antes de la extracción con una inyecciones subcutáneas denominadas factores de crecimiento hematopoyético, que provocan que las células madre de médula ósea emigren al resto del corriente sanguíneo. Luego, cuando llega el día de la donación, primero te sometes a un análisis de sangre para comprobar si esta “emigración” se ha producido correctamente, y si es así lo único que quedan son aproximadamente cuatro horas conectada a una máquina mediante dos vías en ambos brazos. Por un brazo te extraen la sangre y se transporta a una máquina de separadores celulares que se encarga de seleccionar estas células madre y de devolverte el resto de sangre a tu cuerpo por el otro brazo. Es completamente indoloro más allá de los pinchazos en los brazos.
Por otro lado, si el donante se va a someter a una punción, todo lo que deberá hacer es ingresar en el hospital, donde será trasladado a un quirófano en el que se le dormirá y se le extraerá directamente de las crestas ilíacas. Esta vía de donación también es indolora, y el único riesgo al que se enfrenta el donante es al mismo que cualquiera que se somete a una sedación.
Como podéis comprobar, todo es completamente indoloro, 0% dolor, 100% orgullo y felicidad. Además, debo decir que, en mi caso, estuve en todo momento acompañada y tratada entre algodones en el Banco de Sangre del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, de Barcelona.
Debo añadir, aunque no fue mi caso, que, si se da la situación que el donante debe desplazarse de municipio, pasar la noche en el lugar o incluso pedir horas en el trabajo, la Fundación Josep Carreras corre con los gastos.
Donar médula ha sido de las cosas más reconfortantes que he hecho en mi vida. La donación es completamente anónima en ambos sentidos, aunque, en el caso de que alguna de las partes quiera ponerse en contacto con la otra, la fundación puede hacer de intermediario. Un año después de mi donación, recibí una carta de agradecimiento de la persona a la que le doné, y puedo decir que la sentí como el regalo más especial e inesperado de mi vida.
La donación de médula es esencial, importantísima e indispensable para poder salvar vidas, y como habéis podido leer, indolora. Para ello es importante que se hagan campañas de concienciación y se aporte más información a los potenciales donantes. El desconocimiento es el principal enemigo de esta causa. ¡Vamos a despojarnos de los tabúes y a darles una segunda oportunidad a quién más lo necesita!