Mi nombre es Miriam Alcedo Ripoll , resido en Palma de Mallorca y soy pedagoga. Realicé un postgrado de educación emocional y fue una experiencia que cambió mi forma de entender la educación. 

En este momento estoy desarrollando un programa de educación emocional y mindfulness para padres y docentes, porque creo que si les damos a los adultos las herramientas emocionales necesarias, se puede llegar más fácilmente a los niños y niñas. Si el adulto sabe gestionar sus emociones puede ayudar a los menores a que también lo puedan hacer.

Este tipo de programas tiene que ser muy práctico porque es importante simplificar el proceso. Lo fundamental es dar las herramientas básicas para que puedan afrontar las diferentes situaciones. 

Hay que empezar a prestar atención a la información que nos dan las emociones, ya sea la tristeza, la alegría o la ira. No puede ser que si, por ejemplo, nos enfadamos no seamos capaces de gestionarlo y fusilemos las emociones de los que nos rodean. Es primordial que esta formación esté ajustada a la edad y capacidades de la persona que la recibe.

En el caso de los niños y niñas se puede introducir la música como un elemento que les ayude. Creo que es fundamental que tengan una percepción de que todo lo relacionado con las emociones es importante, y hay que hacérselo ver de una forma divertida y amena.

No entiendo que en los colegios no se dé ninguna noción de educación emocional porque es básico que los menores sean conscientes de sus emociones, saberlas gestionar y expresarlas de forma saludable. Con la crisis de la Covid - 19 los niños y niñas han pasado por un momento de mucho estrés en casa, y ni los padres ni los niños estaban acostumbrados a una situación con tal nivel de estrés… muchos no han sabido sobrellevarlo, y ahora vemos las consecuencias. 

Es fundamental que se empiece a dar visibilidad a este tema y se introduzca en los colegios como una asignatura transversal. Si tenemos conocimientos de inteligencia emocional va a ser más fácil el proceso de educación y aprendizaje, van de la mano. Nuestras emociones repercuten en nuestro día a día. 

Me gustaría pedirle al Parlamento de las Islas Baleares que, al menos, apostaran por un proyecto piloto con estas características. En Estados Unidos y en Inglaterra la educación emocional ya es una realidad. ¿Por qué en España siempre estamos a la cola de todo? Sería muy interesante que se diera la oportunidad de al menos, en un colegio, poner a prueba este tipo de formación tanto para padres como para profesores y alumnado, porque la comunidad educativa la conformamos todos.