Pregunta para Congreso de los diputados
Soy Miriam y he superado un cáncer de ovario, ¿por qué no se dedican más recursos a la investigación de este tipo de cáncer, uno de los grandes olvidados?
La vida es una ruleta rusa, no sabes lo que te puede tocar, solo asumir las cosas como vienen. Suena a tópico, pero es la realidad. Yo no esperaba que, a mis 26 años me detectaran un cáncer de ovario, un cáncer del que solo el 20% de las diagnosticadas sobreviven, y yo tengo la suerte de pertenecer a ese margen.
Fue casi una casualidad, o un aviso de mi propio cuerpo -el cuerpo es más sabio de lo que creemos- que me diagnosticaran. Empecé a notar molestias en la tripa, que achaqué al clásico dolor premenstrual. No le di demasiada importancia hasta que mi vientre se hinchó tanto como el de una embarazada y los dolores que tenía llegaron al punto de que no me podía mantener recta.
Fui varias veces a urgencias y, cierto es que a la tercera va la vencida, porque, tras varios intentos cuya solución era paracetamol y agua, quedé ingresada. Detectaron pequeños quistes en mis ovarios que bien podría haberse debido al síndrome del ovario poliquístico. Tenía, además la zona del peritoneo inflamado.
A pesar de que no existían aparentes signos de alarma (no había dado ningún resultado negativo en la biopsia y los marcadores tumorales eran normales), los médicos insistieron en seguir realizándome pruebas. Tras una nueva biopsia, los médicos se decidieron a extraer tejido por tres zonas distintas. Tras ello, en menos de tres meses, estaba diagnosticada de cáncer de ovario.
Fui operada y un mes después comencé las seis sesiones de quimio, de siete horas cada una. Sigo en tratamiento para mejorar mi sistema inmune, pero por lo menos puedo decir que sigo viva. Ojalá todas las mujeres que han padecido cáncer de ovario pudieran decir lo mismo.
Tanto por mí como por todas las mujeres que han pasado y están pasando por lo mismo, pido que, por favor, se destinen más recursos a la investigación del cáncer de ovario, uno de los grandes olvidados entre las enfermedades femeninas. Se debería, además, ayudar a cuidar lo que yo llamo “salud holística”, es decir, dotar a estas mujeres de un acompañamiento en todas las áreas que no corresponden específicamente a la salud física.
Ojalá algún día oír la palabra cáncer no de miedo. Mientras, por favor, establezcan las medidas necesarias para que los efectos de este sean lo menos devastadores posibles.