Me llamo Mònica y tengo 33 años. Cuando tenía 31, superé un cáncer de mama. Soy peluquera, asesora de imagen y esteticista, antes, tenía un centro de belleza que tuve que cerrar por la enfermedad. Me tome un tiempo necesario para asumir lo que me estaba pasando y asimilar los cambios que estaba sufriendo tanto físicos como psicológicos. Además, coincidiendo con la pandemia de la Covid-19 de lleno es difícil querer y poder llevar tu vida normal cuando el contexto no te acompaña.

Una vez superé la enfermedad, me reincorporé al trabajo pero percibí que tenía la necesidad de ayudar a la gente que estaba y que está pasando por lo mismo que yo he pasado. Desde este momento, el modo como la estética convencional trata la belleza dejó de tener sentido por lo que con 33 años decidí reinventarme profesionalmente. Después de todo el proceso de enfermedad, vi que uno de los grandes vacíos era el acompañamiento psicológico y la cura de la salud mental de la paciente oncológica teniendo en cuenta la situación y los cambios que experimentan los cuerpos de las enfermas. Entonces, intenté juntar mi experiencia laboral con la personal y así surgió la idea de ofrecer asesoramiento estético junto con acompañamiento personal. En este sentido, mi trabajo es hablar con ellas, escucharlas y valorar necesidades o aspectos que les pueden ayudar. Ayudarles a aceptar los cambios. Defensora de la belleza no normativa ya que todos los cuerpo son bonitos. Los asesoramientos son personalizados y adaptados a las necesidades individuales de cada persona.

Desde principios de año estoy establecida y dando forma al negocio (ahora mismo 'on-line'). Ha tenido buena acogida pero también percibo que cuesta entender qué hago exactamente. Creo que es necesario intentar cambiar la mentalidad cuando estas enferma, verte bien ayuda a encontrarte mejor. Yo reivindico la valorización de la belleza no normativa, la que no sigue los cánones de belleza. Para poder implementar realmente esta visión, es necesario reforzar la autoestima y el autoconocimiento durante el proceso de enfermedad. Si mentalmente se es fuerte, todo es más pasajero. Es por esto que me dirijo a los políticos de las Corts Valencianes, porque son quienes me representan para preguntarles cuándo se destinarán más recursos al acompañamiento psicológico de las personas enfermas de cáncer durante todo el proceso de tratamiento para fomentar la aceptación del cuerpo que la enfermedad condiciona.