Pregunta para Cámara de Diputadas y Diputados de Chile
¿Cómo podemos incluir en las políticas públicas de envejecimiento activo una línea para trabajar con cuidadores informales?
Mi nombre es Mónica Molina, soy psicóloga con magíster en psicología de la salud y he dedicado gran parte de mi vida a la academia.
Producto de una de las investigaciones en las que he tenido la oportunidad de participar, pude darme cuenta de la urgencia que representan diversas necesidades vinculadas al adulto mayor en Chile, debido a que es una sociedad envejecida producto de varios factores, como por ejemplo, el aumento de la esperanza de vida.
Lo anterior, provoca a su vez el aumento de cuidadores formales e informales. Según estimaciones de Cepal/Celade, se proyecta que para el 2050 la población chilena tenga 6.430.169 personas con 60 años o más, lo que equivale al 31,6% del total del país.
Durante la pandemia trabajamos precisamente en una investigación de las necesidades de los adultos mayores y de los cuidadores a raíz de la crisis sanitaria, luego de esto empecé un proyecto personal acerca de las necesidades de los cuidadores y cómo viven el cuidado de los adultos mayores.
El trabajo de los cuidadores informales es un poco invisibilizado por la sociedad, ya que es considerado por muchos un compromiso o un acto de amor, cuando en realidad es un trabajo que ocupa gran parte de su día a día y que les impide poder desarrollar su vida personal y profesional. Además, existe un tema de género bien importante en este aspecto, debido a que más de un 80% de los cuidadores informales son mujeres que se dedican al cuidado de sus familiares.
Esta realidad viene a sumarse a otros aspectos en donde las mujeres asumen más labores domésticas y de cuidados, tanto de hijos como de familiares. Según un estudio llamado "Radiografía al hombre cero", que realizó el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales en conjunto con ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, el 38% de los hombres destina cero horas semanales a tareas domésticas, el 57% cero al cuidado de niños y el 71% cero al apoyo escolar de sus hijos.
Otro aspecto alarmante de esta situación es la sobrecarga emocional que estas cuidadoras presentan, resultado de que están tan enfocadas en las necesidades del otro que son incapaces de poder atender las propias, lo que desencadena en problemas de salud física y mental. Por ejemplo, al recopilar información del día a día de los cuidadores, ellos manifestaban que la pandemia no alteró su cotidianidad porque estaban acostumbrados a permanecer largo tiempo en casa en donde se dedicaban a cuidar y a realizar sus quehaceres en tiempos acotados y sin muchas actividades sociales o de esparcimiento.
Por esta razón, mi pregunta dirigida a las autoridades es ¿Cómo podemos incluir en las políticas públicas de envejecimiento activo una línea para trabajar con cuidadores informales? Si bien hoy existen programas, estos no son suficientes para el país, entendiendo que esta es una realidad que afecta a gran parte de la ciudadanía, y que irá en aumento debido al acelerado envejecimiento que presenta Chile.
Necesitamos la participación de todas y todos ustedes, ya que, si conseguimos los apoyos, esta pregunta llegará a las autoridades y nos tendrán que dar una respuesta en esta misma web. Ayúdanos haciendo clic en el botón “apoyar” y difundiendo esta pregunta.