Me llamo Mònica y vivo en Catalunya. A principios del año pasado yo todavía era madre lactante. En una ocasión, dando pecho a mi hijo, me detecté un bulto en el pecho. Decidí acudir inmediatamente al médico. Me realizaron una punción y me exploraron debidamente. Finalmente, me informaron de que padecía mastitis, así que me recetaron antibióticos para tratar la patología. Con el paso del tiempo, la inflamación no disminuyó; de hecho, pasados los seis meses de rigor que el médico me indicó que esperara para volver a revisar el pecho, el bulto había adquirido el doble de su tamaño inicial.

A partir de este momento, el protocolo de actuación fue muy rápido. Me empezaron a realizar pruebas y a los dos días me informaron sobre el diagnóstico de cáncer de mama. No me lo esperaba; fue una noticia muy dura de asimilar: estaba dando pecho y acababa de cumplir los 40 años, no entraba dentro de las estadísticas de pacientes de cáncer de mama. Además, enseguida te das cuenta de que careces de información relacionada con la enfermedad y la asocias, directamente, a la muerte. La incertidumbre conlleva mucho miedo. Este sentimiento me acompañó durante los dos meses que siguieron la noticia; mientras esperaba para que me intervinieran quirúrgicamente.

Me practicaron una tumorectomía y después de la operación experimenté un cambio psicológico muy grande; parecía que el camino a seguir estaba mucho más pautado a partir de este momento en comparación con como lo había estado con anterioridad y esto me tranquilizó. Empecé a luchar. Fui transitando la enfermedad quemando etapas. Tuve la esperanza de no necesitar la quimioterapia, pero finalmente tuve que someterme a ella. Después seguí a un tratamiento de radioterapia y en estos momentos me realizan revisiones de control rutinarias y me someten a un tratamiento hormonal que durará años.

El último tratamiento mencionado conlleva la aparición de algunos efectos secundarios como, por ejemplo, en mi caso, la pérdida de la memoria y de la concentración o el dolor de huesos. Actualmente, por mala suerte, tengo una sensación de desamparo similar a la que tuve al inicio del proceso, antes de la operación. Acudo a especialistas que pueden tratar mi sintomatología, pero los busco yo; el acompañamiento médico terminó con los tratamientos farmacológicos. Estoy encantada con todo el equipo médico que me trató, pero considero que el post-tratamiento se debería de contemplar dentro del protocolo de tratamiento de un cáncer. En el mismo sentido, considero que la atención que proporciona el servicio de psicooncología es fundamental y completamente necesario para todos los pacientes de cáncer desde el momento del diagnóstico. La atención psicológica no puede demorarse porque es un punto débil en el paciente.

Finalmente, considero imprescindible que se mejore la inversión pública que se destina a la investigación, porque es crucial para avanzar hacia tratamientos menos agresivos y más eficaces, pero también considero muy necesario revisar el protocolo a seguir por parte de los profesionales sanitarios una vez una persona con sintomatología acude a consulta. Creo que se podría facilitar la posibilidad de realizar pruebas diagnósticas específicas (y más si el síntoma se puede confundir con una patología común), se podría fomentar la posibilidad de hacer revisiones de seguimiento de los síntomas en cuestión más a menudo o bien, sobre todo en relación con el cáncer de mama y teniendo en cuenta la realidad de la incidencia de la enfermedad entre la población, se podrían empezar las mamografías de cribaje a una edad más temprana y hacerlas más a menudo.

Es por todo lo presentado que me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya, ya que son quienes me representan: “Mejorar la inversión en investigación es crucial, pero, además, creo que se debería de revisar el protocolo de actuación cuando una persona se detecta de manera temprana cualquier irregularidad”; se deberían de incluir los efectos secundarios que surgen en el post-tratamiento en el protocolo de tratamiento de un cáncer y se debería de contemplar la atención psicológica desde el momento del diagnóstico.