Pregunta para Parlamento de Andalucía
La anorexia y la bulimia son problemas de salud mental con largas listas de espera para ser tratados. ¿Cuándo van a implantar unidades de salud mental infantil adecuadas en la sanidad pública para evitar que los casos de las menores empeoren?
Me llamo Montse, soy de Sevilla y tengo una hija adolescente con TCA (Trastorno de la conducta alimentaria), empezó con anorexia y esta desembocó en bulimia. Irene tiene 16 años, pero esta pesadilla se inició hace año y medio aproximadamente; nunca había tenido complejos, más allá de un par de episodios en la etapa escolar donde se metieron con su físico, pero le gustaba comer; únicamente le afectaba ir a tiendas y ver que, en las más comunes, no había ropa de su talla, pero más allá de eso, nada. Justo antes de la cuarentena, tuvo una lesión en una pierna y la traumatóloga le dijo que tenía que perder peso porque no era bueno para sus piernas; poco tiempo después, cuando volvimos a revisión, Irene se estaba cuidando más y había adelgazado un poquito, pero le dijo que no era suficiente. Poco a poco fue dejando de comer y adelgazando; un día, cuando nos fuimos de camping, mi madre me dijo que mi hija tenía un problema, a mí me costó verlo, pero era cierto.
Pasó de pesar 90 kilos a 44, de una talla 46 a una 11-12 de niños. Las navidades pasadas fueron las peores; un día tuve que llevarla a urgencias por ataque de ansiedad donde le dieron una medicación, era enero y no le daban cita de nuevo hasta más de un mes después. Le pedí por favor al doctor que hiciera algo o que me indicara qué podía hacer para ayudarla y meterla en salud mental infantil. Cuando conseguí tener cita en otro hospital de Sevilla, le conté mi situación desesperada, mi hija se autolesionaba, se arrancaba las uñas, se daba cabezazos, tenía unos pensamientos horribles. Tras verme de esa forma, me dijo que tenía que acudir a Balme (otro centro de Sevilla) porque allí no podían hacer nada; así la derivaron a salud mental. Primero vio al psiquiatra que le hizo una valoración, luego una enfermera, pero dijeron que su peso no era lo suficientemente bajo como para efectuar un ingreso, así que volvimos a casa pero con la medicación ampliada. La derivan a un nutricionista, ella insistía en que se veía gorda. Empezamos a tomar medidas como anotar todo lo que comía, reposo de 40 minutos post comidas… su masa corporal subió ligeramente y logramos que su peso ascendiera a unos 50 kilos. Ya no sabía que hacer, tardan semanas y semanas en darte una nueva cita con psiquiatría y psicología, que es lo que más necesitan estas pacientes.
Pese a esto, el problema mental persiste e Irene está muy aislada, su único círculo somos su familia prácticamente ; todavía no la han ingresado porque consideran que su peso no es preocupante.
Las personas que sufren un TCA necesitan visibilidad, el peso no determina que tengas un trastorno de este tipo o no, esto es algo mental, puedes tener un peso considerado como normal pero padecer uno de estos trastornos. La sanidad pública no tiene especialistas preparados para esto, es fundamental hacer unidades especializadas para tratar los trastornos de la conducta alimentaria, que cada vez son más variados y hay más casos. No todas las familias pueden permitirse acudir a la sanidad privada para tratarlos y, cogiéndolos a tiempo, pueden evitarse muchas cosas peores.