Las secuelas psicológicas que provocó el abuso sexual durante mi infancia me han impedido gestionar bien mi vida. ¿Por qué no existe un acompañamiento psicológico rutinario durante la infancia?

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Hola, escribo este texto bajo el pseudónimo de  Muñeca Rota, mi nombre en el perfil de instagram que utilizo para hablar sobre salud mental, para dar a conocer una triste realidad que vivimos muchas niñas y adolescentes. 

Cuando era pequeña sufrí abuso sexual por parte de un familiar: toqueteos, frotaciones, palabras lascivas, incitación para ver vídeos pornográficos, etc.  Esta situación se repitió varias veces, incluso en mi adultez. Estos abusos han hecho que, a día de hoy,  sea una persona de puertas para afuera muy diferente a lo que soy en realidad. Han hecho de mí una mujer temerosa e incapaz de decir que NO y alzar la voz. Esto es algo que ha influido mucho en mi vida, tanto a nivel personal como profesional.

Desde muy pequeña me creé una coraza y bloqueé todos los recuerdos. Había veces en los que el sentimiento y las vivencias volvían a aparecer, pero los callaba y seguía. Cuando mi vida dio un giro en todos los sentidos, conocí a gente nueva y me abrí de una manera que nunca había hecho, fue cuando estallé. Y a partir de ahí, no he podido volver a evadir ese pasado, sino que he tenido que enfrentarme psicológicamente a él.

Cuando comencé a recordar todo fue muy duro. Pienso que aún hay muchas cosas que no he desbloqueado y me da mucho miedo hacerlo. Me alivió contárselo a otras personas que no tenían nada que ver con mis otros círculos, pero esto creó en mí una necesidad de ayuda, un SOS. A partir de ese momento, cada vez que estaba con mi núcleo familiar o de amigos cercanos, donde nadie sabía nada, me sentía muy ahogada. Y esto hizo que a  los meses empezara a sentir una presión en el pecho, a las semanas vinieron las taquicardias y tuve mi primer ataque de ansiedad estando sola.

Necesitaba ayuda psicológica. No obstante, esto es un privilegio que muy pocas personas se pueden permitir.  Estaba desempleada y no me podía costear ir a un psicólogo. Hablé con mi doctor sobre ello. Y lo único que me contestó fue: "relájate y tómate una infusión". Lo máximo que me ha hecho el doctor ha sido hacerme electrocardiogramas, ver que están bien y mandarme a casa. 

Dejando atrás la opción de recibir ayuda psicológica, comencé a conocer a muchas chicas que se encontraban en mi situación y pensé que a lo mejor también podría ayudarlas con mi experiencia. Por este motivo, me creé la cuenta de Instagram. 

La gente que no ha sufrido este tipo de cosas tiende a decir palabras que no ayudan como, por ejemplo: “lo tienes que decir” o “tienes que denunciar”, pero no es tan fácil. Por ello comencé a ser en redes sociales MR (Muñeca Rota) y con esta idea estoy aprendiendo a sanar mis heridas gracias a la ayuda de personas que están en mi situación  y ayudo a otras que están experimentando sensaciones que yo ya he vivido. 

Empecé a postear imágenes con textos que había escrito desde que mi tapón emocional dejó de retener mis emociones. Además, comencé a seguir otras páginas que en mi perfil público no me atrevo a seguir por miedo a que la gente se de cuenta de algo. Esas páginas me han hecho ver que no soy la única. He descubierto conductas que tenía en mi niñez, que me avergonzaban, y que realmente eran fruto de todas las cosas que me habían pasado. Y por una vez dejé de sentirme un bicho raro.

Las redes sociales también tienen su parte buena, a mí me está sirviendo para encontrar a profesionales geniales que, sin cobrar, postean cosas acordes a los problemas que he sufrido. Y me da rabia pensar que si existiera una buena educación emocional durante la infancia y, además, un acompañamiento psicológico rutinario (igual que hacen revisiones del estado físico también se deberían hacer del estado mental). Si todo esto fuera una realidad, yo al menos hubiera podido gestionar mejor mi vida. 

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