¿Para que sirve el Senado?
Esa es la pregunta que lamentablemente se plantean muchos ciudadanos y que incluso nos planteamos quienes formamos parte de dicha Cámara. El Senado, como cámara de representación territorial y legislativa, en un estado bicameral, debería ser importantísima y tener un peso mas allá del simple control al Gobierno o como Cámara de segunda lectura.
Debería ser, al contrario de lo que ha ocurrido hasta ahora, el foro donde se discutan todos los asuntos que afecten a las competencias directas de las Comunidades Autónomas, a las transferencias que afecten a la España plural y a todas aquellas cuestiones relacionadas con los Estatutos de Autonomía. Sin embargo, nunca ha sido así.
La realidad es que quienes se han repartido el poder en España, en algunas legislaturas con una holgada mayoría absoluta, como ocurre actualmente, no han tenido ni la voluntad ni el interés para otorgar al Senado el papel que realmente le corresponde, es decir, el de una Cámara territorial de primera lectura de todas aquellas reformas legislativas que afecten a competencias transferidas a las Comunidades Autónomas y como foro de diálogo entre las Autonomías y el Gobierno del Estado.
Tanto el PSOE como el PP han prometido siempre en sus programas electorales y en sus discursos en cada estreno de una legislatura su compromiso en transformar el Senado en la cámara que tendría que ser pero, paradójicamente, ambos han optado siempre por la misma estrategia: dejar que pase el tiempo y enterrar sus promesas aprovechándose del escaso protagonismo que tiene la Cámara en comparación con el Congreso de los Diputados.
En esta legislatura, la situación se ha agravado considerablemente. La Comisión General de las Comunidades Autónomas, el foro creado para favorecer el diálogo entre las Comunidades Autónomas y el Gobierno del Estado, estuvo casi dos años sin actividad. No se convocó ninguna reunión hasta pasado el ecuador de la legislatura. Y lo mismo ha ocurrido con la Conferencia de Presidentes: tan solo se ha reunido en una ocasión en más de tres años.
En un país como el nuestro, en el que la mayoría de las competencias se encuentran hoy en manos de las Comunidades Autónomas, es hoy más necesaria que nunca la existencia de una Cámara territorial para garantizar el diálogo entre ambas partes y que, en un futuro, no vuelva a ocurrir lo que hemos vivido en esta legislatura, en la que el Gobierno del Estado ha aplicado recortes unilaterales en servicios básicos, como la Sanidad o la Educación, sin evaluar previamente con las Comunidades Autónomas sus repercusiones.
Si el Senado se transforma en una Cámara de primera lectura de las reformas legales que afecten a las Comunidades Autónomas; si el Senado se convierte en el necesario escenario de diálogo y debate entre autonomías y el Estado, muchos ciudadanos dejarán de preguntarse para qué sirve una Cámara que hoy muchos cuestionan con razón por su inoperancia y su inactividad
Partekatu
Batu zaitez Osoigora