Mi nombre es Nelly Elisabeth y me crie en Unguía, Chocó. Los sonidos de los gallos ocupaban las mañanas de mi niñez, como también los de las balas y las botas por los enfrentamientos armados de los grupos al margen de la ley. Por la violencia que viví en mi infancia hoy padezco de un miedo extremo y constante, pero, pese a esto, fui muy feliz. Fui feliz corriendo descalza por las calles empedradas, fui feliz corriendo a bañarme en el chorro de agua de doña Chiqui a quien por cariño la llamamos así y fui feliz yendo al río “El Tigre”, con mis compañeros de colegio. Sin embargo, tuve que acostumbrarme a escuchar noticias como “Mataron a tu amigo” o “Tu amigo se retiró del colegio”. De esta manera, mi niñez y juventud siempre estuvieron ligadas a la violencia. Y aunque en mi pueblo carecíamos de las necesidades básicas y sufríamos constantemente de violencia, éramos felices.  

Cuando crecí tuve la oportunidad de hacer un pregrado en Derecho en la Universidad de Envigado. Entonces llegué a Medellín y, por primera vez, conocí edificios, vi carros lujosos, tuve acceso a Internet con una velocidad impresionante, y encontré una ciudad con energía permanente y agua potable. Vi otro mundo y mi necesidad de ayudar a los niños de mi departamento se volvió cada vez más urgente. Sabiendo de la violencia y otras situaciones difíciles a las que se tenían que enfrentar los niños de mi pueblo natal, decidí formalizar mi lucha por los niños del Chocó que había empezado unos años atrás con recaudaciones de regalos para sus Navidades. Así, en 2010 constituí legalmente mi fundación, la Fundación Color y Esperanza. 

En vez de preocuparme, decidí ocuparme. Pensaba, “si yo puedo salir, yo necesito que los pelados puedan hacer lo mismo que yo: mejorar su calidad de vida”. La labor empezó endulzando con esperanza y color las Navidades de los niños. Con “Navidad pal´ Chocó”, nuestro primer proyecto, hemos hecho un trabajo en conjunto con la comunidad para celebrar con los niños. Amo colorear la Navidad de mis pelados y, en más de una década de trabajo, hemos logrado donar 35 mil regalos aproximadamente. Sin embargo, con el pasar del tiempo entendí que no solo había que dar regalos y endulzar el estómago de los niños, sino también endulzar su conocimiento. Quería que la educación transformara sus vidas, como transformó la mía. 

Por esto, la labor se encaminó hacia tres líneas de acción: atención para el fortalecimiento de la educación, cultura y educación sexual. Con estos propósitos en mente, inauguramos la Casa de Colores en febrero del 2020, un lugar con acceso a internet gratuito para fomentar la educación y el aprovechamiento del tiempo libre de los niños del municipio. Hoy en día contamos con 80 niños que, a través de la Casa de Colores, tienen acceso a Internet, educación, computadores los cuales fueron donados, cursos de programación web, robótica, y un club de lectura. Por medio de este y nuestros otros proyectos, trabajamos para desarrollar y transformar positivamente la vida de estos niños que no cuentan con oportunidades.  

No recibimos recursos públicos; nos sostenemos con recursos propios, de donantes, empresas privadas, la comunidad, y personas naturales y jurídicas que se han unido a nuestra causa a través de redes sociales. Nuestra cuenta en Instagram, @fundacioncoloryesperanza, ha permitido que más personas nos conozcan y apuesten por nuestra causa con donaciones. Sin embargo, para mí siempre ha sido crucial cambiar el estigma de corrupción que algunos puedan tener de nuestra región o las fundaciones que trabajan por el Chocó, ya que nuestra fundación se guía por un único propósito: ayudar a los niños. Dios me puso en este camino y nosotros como Fundación vamos donde el Estado no va. 

Mi sueño es llegar a cada uno de los rincones del departamento del Chocó para que los niños estudien y se den cuenta que más allá de las calles empedradas, las líneas de guerra y los grupos al margen de la ley hay otro mundo lleno de oportunidades.

Pero mientras tanto en la Fundación Color y Esperanza seguimos nuestra lucha desde diferentes proyectos. Hoy, con esta campaña, lo único que pretendo es que mi voz, la voz de cientos de niños del Chocó, sea escuchada. Garantizar los derechos fundamentales de nuestros niños tiene que ser una prioridad. ¿Te unes a mi causa? Si me apoyas con tu firma y llegamos a 350 firmas, se presentará una petición a los miembros del Congreso para que nos den una respuesta. Yo me di cuenta de que tenía dos manos: una para recibir y otra para dar. ¿Y tú?

Si te sientes identificado con nuestra lucha y nos quieres ayudar a colorear la educación de los niños del Chocó no dudes en contactarnos:

funcoloryesperanza@gmail.com

https://www.coloryesperanza.org

funcoes@coloryesperanza.org

Aldeas Infantiles SOS patrocina esta petición. En nuestra organización buscamos fortalecer las capacidades de las familias para la protección, cuidado y crianza de las niñas y los niños y apoyar a los jóvenes que han perdido el cuidado de sus familias y ahora están en proceso de independización para que logren sus metas.  Conoce más de nuestra labor en: https://www.aldeasinfantiles.org.co/