Pregunta para Parlamento de Catalunya
¿Cuándo se va a corregir el método con el que se comprueba la discapacidad de una persona y se le permite acceder al certificado del 33%?
Mi nombre es Nerea Martinez, trabajo en un laboratorio médico y desde hace varios años que vengo sobrellevando ser una persona con Esclerosis Múltiple, una condición que necesita tener más visibilidad en la sociedad.
La primera vez que fui consciente que pasaba algo con mi cuerpo fue cuando tenía 17 años. Iba en el bachillerato cuando note un calambre cervical que me dejó con el cuerpo entumecido y algo dormido. Fui al médico por esta emergencia, pero lo que me dijo es que eran nervios por los exámenes. Sin embargo, los hormigueos y las molestias continuaban y no daban señales de detenerse. Me recomendaron ir al neurólogo, ya con varias pruebas hechas y es así donde llegué a mi diagnóstico de Esclerosis Múltiple.
Yo nunca había escuchado sobre eso. Me dejó súper chocada. Cuando ya leí y me informé, me quedé un poco más tranquila. Los primeros años con el diagnóstico puse la enfermedad en un segundo plano. Tenía pequeños brotes, pero no le hacía mucho caso.
Con el paso del tiempo, fui siendo más consciente de qué estaba pasando. Recuerdo haber visitado a una conocida, cuya madre también tenía EM y estaba controlada, pero que, de la noche a la mañana, tuvo una recaída brutal. Me asusté, porque yo me podía ver en ella y empecé a alejar a mis seres queridos, a mi novio, yo no quería ser una carga. Incluso me llegó a dar un Linfoma de Hodking, un tipo de cáncer que pude superar. Fue una etapa muy dura, aunque gracias al tratamiento del cáncer la EM pudo ralentizar su avance.
Tuve que ocultar lo que me pasaba en el trabajo. Sin embargo, hubo un momento en que ya no podía más y tuve que coger la baja y les conté la razón. Mi jefe no estaba enterado y yo sabía que, si se hubiera enterado antes, no me hubieran contratado, porque es algo que ya me ha pasado antes.
Es algo con lo que tenemos que vivir todos los pacientes de EM, pero siempre les diría que lo importante es poder mantenerse positivos y positivas. Hay que empezar por tener hábitos más saludables, evitar el estrés y tener una vida social estable, porque está enfermedad puede hacer que las cosas cambien de un día para otro. A partir de compartir mi experiencia en redes sociales hablo con mucha gente. He podido conocer a otra gente con otras enfermedades que tienen poca voz. Entiendo el miedo que tiene mucha gente de mostrar sus condiciones.
La sociedad tiene que empezar a ser más empática. Tienen que conocer que existen enfermedades “invisibles”, que, si bien no tienen una notoriedad enorme, pueden ser perjudiciales para las personas que las padecen. Uno de los ejemplos más cotidianos es el acceso al certificado de discapacidad del 33%. Este es un documento que acredita que la persona tiene una discapacidad y que, por lo tanto, tiene acceso a ciertos beneficios. El proceso para obtener este certificado es muy sesgado y no toma en cuenta el día a día de cada paciente.
Es por eso que emplazo a mis representantes para que tomen carta en el asunto. De la mano de Osoigo, queremos que esta situación se pueda revertir y que personas que en verdad necesitan este certificado puedan encontrarse con profesionales que entiendan la situación por la que están pasando. ¡No pueden dejarnos abandonados!
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