Buenas tardes Juan Afonso. Completamente de acuerdo contigo. Uno de los grandes males que existe en las administraciones públicas es que, muchas de ellas, se han convertido en centros de colocación para los “amigos” de los actuales políticos.

Como primera medida, en los 100 primero días de gobierno, haremos una reducción drástica de esos altos cargos que, aunque la cifra no es fácil de conseguir debido a la escasa transparencia, calculamos que nos supone un gasto anual de 3 millones de euros. El dinero que ahorremos irá directamente dedicado a la contratación de personal sanitario y profesores.

Debemos trabajar en favor de la profesiona­lización de la gestión pública frente a la casta política, como garantía de eficacia y como vacuna y freno de la corrupción. Por ello, apostamos porque sea el propio personal funcionario el que esté al frente de los equi­pos. Además, haremos una selección de las personas más adecuadas al perfil solicitado en las ofertas de empleo público con una apuesta clara por la promoción interna. Las plazas no pueden ser correa de transmisión de voluntades parti­distas; las debe ocupar el personal más preparado en una concurren­cia competitiva.

Queremos paredes de cristal. Por eso, cualquier cargo electo o de libre designación cuando lleguemos al Gobierno deberá cumplir con algunas normas como:

- Realizar una declaración anual de bienes. La primera declaración se realizará de forma previa a la toma de posesión del cargo.

- Realizar una declaración de gastos mensuales relativos al ejercicio de su función (gastos de representación, telefonía, etc.)

- Informar de su agenda pública, donde se especificará a qué entida­des representan las visitas y qué se ha tratado en las reuniones, ade­más de incluir cualquier documento que se haya debatido.