Pregunta para Parlamento de Catalunya

Matar a un animal contra su voluntad no es legítimo. ¿Cuándo dejarán las autoridades de subvencionar cualquier actividad que implique explotar a los animales?

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Óscar L. Sánchez Pregunta de Óscar L. Sánchez

¡Hola! Me llamo Óscar L. Sánchez, un activista por los derechos animales y la liberación animal. Soy de de Barcelona, tengo 47 años y hace siete me hice vegano. Tomé la decisión porque a pesar de que siempre he defendido a los animales, me di cuenta de que hasta entonces lo hacía con la misma boca con la que me los comía. Fui consciente de que existe una injusticia y de que yo no podía ser parte de ella. Sin embargo, pronto comprendí que hacerme vegano no era suficiente, porque, en una sociedad donde la mayoría no visibiliza esa injusticia, los animales necesitan que haya muchas más personas que entiendan eso que a mí me llevó a rechazar todo aquello que provenga de la explotación animal. 

Por eso, además de hacerme vegano y ser coordinador del santuario El Hogar, en Barcelona, me hice activista. Me dedico a dictar charlas y conferencias donde hablo contra el especismo y explico por qué hay que entender que consumir, vestir o comprar productos que han experimentado con animales no son acciones éticamente justificables y tienen alternativas. Consumir animales y participar de la explotación de la que son víctimas los afecta a ellos; por lo tanto no, no se trata de una decisión personal.

También hago un trabajo de concienciación en la calle con gente que está interesada en escuchar nuestro testimonio. Además, soy autor del libro Diario de un activista (vegano), que escribí durante dos años, en el que cuento qué es el especismo, cómo empieza el veganismo y cómo cada persona puede cambiar sus hábitos de la manera como a mí me habría gustado que lo hicieran conmigo. Todos los beneficios que me corresponden como autor de ese libro los dono íntegramente al santuario.

La explotación contra los animales es la mayor discriminación que ejerce el ser humano, pero aún falta que haya conciencia al respeto. En los últimos tiempos nos intentan hacer ver que el machismo, que el clasismo, que el racismo están mal. Y es muy positivo que así sea. ¿Pero por qué no ocurre lo mismo con el especismo? Cada año son sacrificados 90.000 millones de animales terrestres y casi tres billones de animales acuáticos, lo que constituye la mayor de las opresiones que hay en el mundo, porque es por parte de una especie, que se considera superior al resto, contra todas las demás. Es necesario que haya una reflexión seria y masiva sobre este tipo de explotación. Matar a un animal contra su voluntad es legal pero no es legítimo, lo miremos como lo miremos.

Lanzo esta campaña en Osoigo con dos objetivos fundamentales: el primero es invitar a la gente a que se replantee la relación diaria que tiene con los animales. Los grandes cambios deben ser aplicados primero de forma individual. Yo no pido a ninguna persona que se haga vegana en detrimento de su propia salud. Siempre sugiero que lo haga con el respaldo de un nutricionista, pero que lo haga y que aprenda sobre la marcha, como lo he hecho yo y tantas personas que nos hemos hecho veganas. 

Y el segundo objetivo es hacer un llamado a las autoridades. Considero que desde el punto de vista legislativo hay varias acciones que se pueden hacer de golpe para empezar a mermar el daño del que hoy en día son víctimas los animales: prohibiría cualquier tipo de festividad con animales, ilegalizaría la competición, monta de animales y caza en todos sus sentidos. Obligaría a la ciencia a cambiar el modelo actual por uno, por ejemplo, informático y ético, garantizaría que no hubiera ningún producto de limpieza ni de cosmética que estuviera no sólo probado en animales sino que contenga algún ingrediente animal y eliminaría la venta de prendas de vestir con material de origen animal.

Por eso deseo preguntar al Parlament de Catalunya y los gobiernos de España y Europa: ¿Cuándo se dejará de subvencionar cualquier actividad que implique explotar a los animales? Es muy fácil pedir a las instituciones que no subvencionen la tauromaquia, porque la mayoría de la gente está en contra de ella, pero es más complicado pedirles que no subvencionen la industria cárnica, láctea o de consumo en general. Esa industria, sin las subvenciones gubernamentales, tambalearía y eso haría que reconsiderara su negocio hacia otro modelo más respetuoso con los animales, además de ser una apertura de ojos para la sociedad. Sería un buen primer paso a favor de la dignidad de los animales.

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