Me llamo Patricia y soy activista pro salud mental y diversidad funcional (@LadyLythene). Debido a mi peso y a la enfermedad mental que padezco he podido darme cuenta de lo necesario que es dar visibilidad a estos temas para que la gente entienda que todas las personas somos funcionales, independientemente de nuestra condición física o mental. 

Personalmente, creo que el tema de la gordofobia y la salud mental van de la mano. La propia gordofobia termina provocando enfermedades mentales a niveles muy profundos. Para atajar este problema tenemos que ir a la raíz del asunto: la educación. Debemos educar desde edades tempranas en diversidad corporal y diversidad funcional.

Por un lado, hay que explicar a los niños y niñas que la salud no implica kilos, sino un tipo de vida. La mayoría de las campañas de publicidad recaen en el tema peso, todo esto hace que los trastornos de conducta alimentaria (TCA), una de las enfermedades mentales más comunes en jóvenes, crezcan de forma descontrolada. Por ello, sería interesante que los centros educativos ofreciesen charlas de concienciación sobre la importancia de llevar una vida sana, pero sin obsesionarse con alcanzar un peso ideal.

Del mismo modo, hay que educar a los niños y niñas para que entiendan que una persona con un trastorno mental puede ser valida para vivir en sociedad. La estigmatización es algo con lo que convivimos día a día las personas con enfermedad mental. Esto debe acabar. 

Además, hablar con los niños y niñas de estos temas ayuda a prevenir. El suicido se ha convertido en la mayor causa de muerte entre los jóvenes. Explicar los signos de alarma puede servir a los más pequeños como primeros auxilios para que sean capaces de detectar si algún amigo o amiga puede verse inmersa en esta situación. 

Pero no todo es educación. Por mucho que eduquemos sino contamos con herramientas a nivel sanitario, todo esto será en vano. Es muy importante que haya más profesionales cualificados vinculados a la seguridad social. En la actualidad, la lista de espera para acudir al psicólogo oscila entre los seis y doce meses … esto no puede ser. 

Por todo ello, me dirijo a las y los miembros del Congreso de los Diputados para realizarles la siguiente cuestión: ¿Por qué no fomentamos las herramientas necesarias para que la gente no sufra? Es algo que nos conviene a todos.