Pregunta para Parlamento de Andalucía

A los políticos del Parlamento de Andalucía ¿Cómo queréis ver a vuestros hijos e hijas en la sociedad del mañana? ¿Personas felices y plenas o llenas de miedo y angustia? Lo que marcará la diferencia será la educación emocional del hoy.

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Patricia Nieto Pregunta de Patricia Nieto

Me llamo Patricia Nieto, tengo 33 años y soy maestra de educación primaria. Mi interés por la educación emocional surge en la edad adulta, donde tuve episodios desagradables que me llevaron a querer comprender aquello que me estaba ocurriendo y adquirir herramientas que me ayudasen en ese proceso. 

Dentro de mí nació una pregunta: ¿Por qué cuando era pequeña nadie me habló de la importancia del mundo emocional? Fue un punto de inflexión que despertó mi interés por poner mi granito de arena a la educación.

La educación emocional en los coles está en fase de despertar. En la escuela tradicional, era el profesor/a la fuente de conocimiento y la educación emocional no tenía cabida; pero ahora, hay una nueva generación de maestros y maestras que consideramos que la educación emocional es el eje vertebrador de todo aprendizaje. ¿Cómo va a aprender un niño desde el miedo? ¿Cómo va a estar motivado si se siente invisible e inseguro?

La sociedad está cambiando y el conocimiento está a golpe de click. El maestro/a ya no es la fuente única de conocimiento, sino que ha de convertirse en un referente que motive al alumnado y sea capaz de comprender las emociones de los niños y niñas y, dotarlos de herramientas para que se desenvuelvan con éxito en la sociedad actual. El maestro del siglo XXI ha de formar a personas que se autolideren. 

La educación emocional es uno de los antídotos del fracaso escolar. 

Educar emocionalmente es de vital importancia para cualquier tipo de aprendizaje. Por un lado se necesita motivación por parte del que aprende y un cerebro en curiosidad, admiración y seguridad. Si no hay equilibrio emocional no hay aprendizaje. 

La educación emocional es importante para aprender a ser felices, que no es lo mismo que estar siempre alegres.  Y a ser feliz se aprende, es una elección de vida. Si las personas se sintiesen bien emocionalmente, evitaríamos muchos conflictos actuales. Una persona que se siente bien no tiene la necesidad de dañar al otro. 

En clase trabajo la educación emocional poniendo el foco en mí, siendo ejemplo y respetando la expresión del sentir de cada uno, es decir, darle el mismo valor a la alegría que a la tristeza. Estar presente en la emoción de los niños y niñas y acompañarlos de forma respetuosa, es uno de mis métodos.

Las emociones son parte de la vida diaria, se trabajan a todas horas y 365 días al año, las emociones están vivas y los referentes hemos de estar preparados para gestionarlas de forma respetuosa. Esto marcará la diferencia de su desarrollo como personas en la sociedad.

El problema principal que observo son las creencias que los niños y niñas han aprendido. A veces, los adultos no tenemos herramientas para ofrecerles cuando sienten emociones desagradables, por ejemplo, me encuentro casos en los que aguantan el llanto porque les han dicho que llorar es de débiles o se les incita a resolver los conflictos de forma violenta. Por ello, somos los adultos quiénes primero hemos de tomar consciencia sobre el asunto, especialmente los que estamos al servicio de la educación. 

La educación emocional tiene resultados visibles a la larga. Tengo una experiencia en clase en la que un alumno no quería bailar en público porque le daba vergüenza y el resto de la clase, se levantó para animarle diciéndole a coro “seguridad, seguridad”. El niño se sintió arropado y protegido y desarrolló su exposición.

Tener un clima de clase agradable donde todos se apoyan es clave. Después de tres años trabajando la educación emocional con el mismo curso, he observado que están imitando la forma que tengo de acompañar las emociones; cuando alguien está triste se acercan, lo abrazan y ponen su mirada a la misma altura que su compañero o compañera. Están aprendiendo a gestionar su propia emoción y a empatizar con las de los demás. 

Creo que se debe formar a los profes en la educación emocional porque como he dicho, la emoción está viva y no se puede dedicar a trabajarla solo unas horas determinadas. Y otro aspecto que debería cambiar es poner el foco más que en las calificaciones, en la persona. Conocer el motivo por el que un niño o niña no conecta con el aprendizaje, qué necesidades básicas emocionales le impiden avanzar, cuáles son sus talentos y potenciarlos para que su autoestima se vea reforzada. La educación debería poner el foco no en los resultados sino en la persona. 

Por la situación actual, hay una fuerte emigración, llegan a España y se les mete en un curso según edad, ellos con otros 28. ¿Creen que con tanto alumnado en las aulas podemos darle la educación y el acompañamiento que se merecen? La respuesta es No. En la escuela, con una ratio tan elevada no podemos atender a las necesidades emocionales que realmente tienen.

En abril inicié un proyecto personal al que se han sumado varios profesores.  Trabajamos con esos alumnos/as, primero vía online desde sus países y luego desde su nueva ciudad de residencia, para guiarlos y apoyarlos a nivel  emocional y educativo. De esta forma, cuando llegan, su adaptación es mas fácil y sufren menos todos los cambios que tienen que afrontar. También, vamos asesorando a la familia sobre la educación emocional de los niños y niñas y su evolución educativa. Este proyecto no existiría si dentro del horario escolar se le puediese dar la atención individualizada, de acompañamiento y asesoramiento que necesitan. Los que emigran, los que tienen familias desestructuradas o situaciones desagradables. En la escuela no hay ni espacio ni preparación para atender las necesidades verdaderas de la persona.

He querido iniciar esta campaña de firmas, dirigida a los políticos del Parlamento de Andalucía, para abrir diálogo y dar visibilidad a la necesidad de que la educación emocional esté presente en la vida de los niños y niñas con el objetivo de educar a personas felices y sanas emocionalmente.

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