Pregunta para Asamblea de Madrid
Mi hijo Daniel tiene TDAH, ir al colegio era una pesadilla para él. ¿Cuándo van a implantar una educación inclusiva y comprender que no son menos capaces, sino que tienen capacidades diferentes?
Mi nombre es Pilar y soy la mamá de Daniel, un niño de 10 años al que diagnosticaron de TDAH (déficit de atención e hiperactividad impulsiva) cuando tan solo tenía 6. Es mi segundo hijo, y cuando tan solo tenía 3 meses, yo ya notaba que algo no iba bien en su comportamiento; las comparaciones son odiosas, pero cuando ya has sido madre por primera vez y crías a un niño sin ninguna discapacidad, nace el segundo y recuerdas que con el mayor todo había sido distinto, más sencillo.
Con tres meses, Daniel ya no aguantaba sentado en la trona ni metido en su cuna, siempre quería que lo cogiéramos en brazos o andar por el suelo, pero pensé que, como cada niño es un mundo, era yo quien lo había acostumbrado a los brazos o simplemente que era un niño más nervioso.
Con un año y medio empezó la guardería; ahí detectaron que posiblemente podría tener TDAH actividades básicas como colorear, y cada juego en el que participaba, le prestaba atención durante un ratito y después se aburría buscando una nueva actividad que desempeñar. Otra cosa destacable, es que se comportaba de forma brusca con sus compañeros, reaccionaba de una manera demasiado impulsiva. A los 3 años, empezó en el colegio gracias a las pautas y rutinas que su maestra y en casa le impusimos.
El problema vino en primaria, cuando pido en el centro que me lo valoren, ya que todos coincidían en un posible TDAH, su respuesta fue que el niño estaba bien, simplemente que estaba mal educado y no acataba las normas. Para mí empezó un calvario como madre, apenas tenía información sobre el TDAH y no sabía qué podía hacer por él; entonces decidí acudir al pediatra y comentarle todas las cosas que le pasaban, como orinarse de noche o sus ataques de ansiedad a la hora de comer. El psiquiatra le hizo todas las pruebas pertinentes y nos dieron el diagnóstico, le recetaron medicación.
Tras el diagnóstico, me dirigí a la escuela a informar de la situación y el procedimiento a seguir, su respuesta fue la misma, que su problema era conductual. Los dos años y medio posteriores fueron horribles; Daniel está triste todo el rato porque sus compañeros le hacían el vacío, se me partía el alma viéndole así. Hasta llegaron a juzgarme como madre, alegando que lo tenía muy consentido.
Cuando llegó la pandemia, al contrario que para muchas personas, para él fue una liberación al no tener que ir a la escuela; al finalizar éste, nos mudamos; tuvimos mucha suerte y los nuevos compañeros se portaban genial con él, lo veían como uno más y tuvo grandes avances académicos.
Necesitamos visibilidad y campañas de concienciación sobre el TDAH, los niños que lo sufren necesitan apoyo y comprensión para poder desarrollar sus capacidades de forma adecuada y muchos colegios no están preparados para ello. Queremos una educación inclusiva, que eduque en la diversidad, no son menos capaces que los demás niños, simplemente tienen capacidades distintas y está en nuestra mano ayudarles a integrarse.