Pregunta para Parlamento de Catalunya
¿Cuándo habrá una planta dedicada a los jóvenes con cáncer en los hospitales de Barcelona?
A mis 27 años, en 2017, el cáncer me golpeó la vida, volcándomela, agitándomela de tal manera que la manera de verla, de sentir, de querer y de vivir me cambió por completo. Fui diagnosticado de un linfoma no Hodgkin en estadio 3 de tipo no difuso. Tenía tumores en la axila, bazo y médula.
Mi nombre es Pol, tengo 31 años y soy de Barcelona. Hace ya algunos años que la enfermedad remitió, y ahora, al echar la vista atrás soy algo más consciente de hasta qué punto afecta una etapa así. Y a mí, claramente me transformó. Supe que iba a cambiar cosas de mí que no me gustaban, que iba a vivir más y quejarme menos, que cambiaría mis prioridades y que sería feliz. Vaya si te cambia. Te cambia la visión de vida por completo.
Y, a día de hoy, también analizo mi vivencia en base a aquellas cosas que eché en falta. Me sentí perdido e inmerso en un mar de dudas cuando me diagnosticaron. Era un tipo de cáncer del que no había oído hablar nunca, y te avasallan las preguntas. Yo no sabía a quién acudir. Entonces comencé a narrar mi historia en redes sociales, y recibí mucho apoyo, también empaticé y conocí casos similares al mío. En su momento creo que hice cosas muy buenas y ayudé a muchas personas, aunque a más de uno le moviera el puro morbo. Pero muchos jóvenes que son diagnosticados de cáncer precisan de algo así.
Cuando llegas a una planta de oncología, no solo todo es desconocido e incierto, sino que además el ambiente es pesado y triste. Y entonces echas en falta alguien con quien puedas empatizar, que sepa entender tus dudas, tu incertidumbre y tu cara de miedo. Y eso, a menudo, es difícil de encontrar. ¿Por qué? Porque puedes estar al mismo tiempo al lado de una persona de 16 años que de 80. Entonces me pregunto, ¿Cuándo habrá en Barcelona una planta dedicada a adolescentes y jóvenes? En mis 8 meses de tratamiento de quimioterapia, pocas veces pude entablar conversación con alguien de mi edad, pero resultaba ser un soplo de aire fresco. Con alguien afín empatizas, te despojas de miedos y tabúes…Por eso desde aquí quiero hacer llegar esta petición a nuestros representantes políticos en el Parlament de Catalunya. Quizá para mí ya es pasado, pero para otros muchos jóvenes es su cruda realidad.
Síntomas, tratamientos, procesos junto con anécdotas y una dosis de positivismo en la realidad de esta enfermedad tan tabú para muchos y muchas, son relatadas en mi libro: El peor mejor año de mi vida. Como bien narro en esas líneas, nadie elige esta enfermedad pero sí podemos elegir la actitud con la que la enfrentamos. Yo mostré por redes sociales todo el proceso de la enfermedad para así intentar ayudar a quienes, por desgracia, tuvieran que afrontarla; pero este libro va mucho más allá.
El cáncer es aún a día de hoy tabú y para muchas personas sinónimo de muerte. Y no, el cáncer no es una condena a muerte y debe hablarse de ello abiertamente. Hablar de lo crucial que puede ser asumir la enfermedad con actitud y valentía. Porque sí, cuando con 20 y tantos años recibes un diagnóstico así, todo lo que tenías hasta entonces parece hacerse añicos, pero hay que sobreponerse y luchar. De ese momento en adelante, relativizas, las cuestiones a las que dabas una importancia brutal ya no lo son tanto, y tus prioridades cambian, pero por eso de una experiencia así, tan desgarradora física y emocionalmente, pueden extraerse nociones muy positivas, que te acompañarán el resto de tu vida.
¿Por qué os cuento todo esto? Porque si yo he podido, tú también puedes.