Los motivos de los desencuentros entre PSOE y Podemos
Entiendo la pregunta como dirigida a socialistas. Aunque es cierto que también es reversible para dirigirla a militantes de Podemos o a su dirección: ¿Que les molesta del PSOE, para no querer su apoyo, cuando no les va a quedar más remedio, si quieren gobernar? Retomar la pregunta formulada y plantear su reversibilidad no es mero ejercicio retórico. Si Podemos y PSOE necesitan llegar a acuerdos para que la izquierda pueda gobernar es necesario clarificar los desacuerdos, establecer claramente dónde están los diferencias, disipar los malentendidos, levantar las sospechas y, a partir de todo ello, fijar los puntos de posibles acuerdos, que son muchos y sobre cuestiones fundamentales.
Dicho eso, hay que recordar que no todos los socialistas sostienen la misma posición o, mejor, la misma actitud respecto a Podemos. Hay socialistas que hemos defendido desde que apareció Podemos, tratando de entender lo que su emergencia significaba, la necesidad de dialogar, de aproximar posturas y, llegado el caso, de hacer pactos. Es cierto que en el PSOE hay quienes han sido y son contrarios a tal acercamiento y aún más opuestos a pactar con Podemos, por más que en el caso de algunos es una posición contradictoria respecto al hecho mismo de apoyarse en la formación morada para poder gobernar en ciertos ayuntamientos y comunidades autónomas. También es verdad que en Podemos hay quienes han sido y son proclives a buscar puntos de encuentro con el PSOE y quienes son muy contrarios a ello. Lo que ha resultado de esa gama de contrapuestos enfoques por ambos lados es que los partidarios en sendos partidos de lograr un pacto no hemos logrado que salga adelante.
En el caso del PSOE, los contrarios a pactar con Podemos mantienen su postura por temor a que una alianza de ese signo conduzca a una deriva hacia posiciones inasumibles tildadas despectivamente de “populistas”. Aparte de la utilización abusiva del término “populismo” para descalificar, lo que en verdad subyace tras la negativa de ciertos “poderes” en el seno del partido socialista es la renuncia a avanzar hacia posiciones nítidamente de izquierdas, propias de una opción socialista y no meramente porque las planteara Podemos, que alejarían de la “centralidad” donde supuestamente se ganan elecciones. Igualmente, se recusa la posición de Podemos a favor de referéndum en Cataluña –que no debe entenderse como directa y necesariamente de autodeterminación-, lo cual pone en dificultades en cuanto a credibilidad a la misma propuesta federalista del PSOE, que no acaba de asumir la plurinacionalidad del Estado. Con esos ingredientes, lo que está detrás de los sectores del PSOE opuestos a pactar con Podemos, y así desde el principio, es la intención de mantener al PSOE como el partido de orden que por el llamado “centro-izquierda” necesita el “sistema” económico-político-jurídico en el que nos movemos. Es una posición conservadora, incapaz de ir hacia pactos de transformación efectiva en el marco de la UE, por ejemplo, así como de proceder a una reforma constitucional en profundidad como la que necesita el Estado español dado su grave crisis.
Hay que decir, por otro lado, que desde Podemos no se han puesto las cosas fáciles para que pudiéramos defender la necesidad y posibilidad de pacto con mejores argumentos relativos a los hechos quienes estamos a favor de alianzas de izquierda. Las sobreactuaciones desde la dirección de Podemos, innecesariamente hirientes en algunos casos y de torpe arrogancia en otros, no han facilitado las cosas. Es verdad que la autopresentación como “populismo de izquierda” tampoco aclara el marco teórico en el que la aproximación de planteamientos pudiera producirse, como igualmente la ha obstaculizado la constante afirmación vehemente de pretensión de hegemonía –con un concepto de hegemonía, dicho sea de camino, no tan gramsciano como se presenta-.
Es de esperar, en definitiva, que al modo que sea en el futuro se abran camino en el seno de la izquierda las vías dialógicas para articular la pluralidad que se da en su seno y ser capaces así de responder a las expectativas que las bases sociales a las que nos debemos tienen puestas en quienes aspiran a representarlas contando, además, con cauces de participación democrática complementarios de una representación política necesitada de efectiva y radical puesta al día.
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Batu zaitez Osoigora